Angela Merke les la mujer más poderosa del mundo y la líder política más influyente de Alemania y Europa. Pero también, la más hermética. De su vida privada se sabe lo estrictamente necesario y ella no deja cabos sueltos para dar rienda suelta a especulaciones. Por eso, verla temblar por tercera vez en un acto público, en apenas un mes, solo deja más preguntas que respuestas. ¿Está enferma? ¿Es consecuencia de un cuadro de estrés? ¿Es el comienzo de un mal degenerativo que podría dejarla al margen del poder?
“Cuando Merkel tiembla, toda la Unión Europea tiembla”, escribió el diario “Taggespiegel”, enfatizando la preocupación sobre la salud de la canciller, que es el verdadero poder y sostén detrás del bloque comunitario, y quien se ha encargado de enfatizar la supremacía alemana en la Unión Europea.
Merkel, casada con el químico Joachim Sauer y sin hijos, es la canciller de Alemania desde el 2005 (está en su cuarto mandato) y fue la lideresa de su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU) durante 18 años. Pero ya dejó claro que no volverá a presentarse a una elección y marcó la cancha para que Annegret Kramp-Karrenbauer, una de sus más cercanas colaboradoras, se convierta en la nueva presidenta de la CDU y, posiblemente, la suceda en el Gobierno Alemán en el 2021, cuando deje la cancillería.
Al parecer, está dejando todo en orden para que el proceso de transición no sea traumático. Sin embargo, ella aún no concluye su mandato y el liderazgo de AKK, como se le conoce en su país, aún no se afianza. Sobre todo cuando el partido de ultraderecha, Alternativa por Alemania, sigue ganando adeptos y la CDU continúa perdiendo elecciones regionales claves.
Si la política conservadora debe dejar el poder antes del 2021 -sea porque su coalición de gobierno se rompa o por problemas de salud que la inhabiliten- se deben convocar elecciones anticipadas. Los alemanes, acostumbrados a la figura de Merkel desde hace 14 años, no quieren dejarla ir todavía. Una encuesta reciente del Instituto Forsa mostró que el 70% de los alemanes creía que AKK no estaba aún capacitada para asumir el cargo de canciller y preferirían que Merkel permaneciera en el cargo hasta el término de su mandato.
Hoy, tras su tercer episodio público de espasmos, aseguró sentirse bien y argumentó que los temblores era una consecuencia del primer caso que le sobrevino el pasado 18 de junio durante una ceremonia con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky.
“Estoy muy bien. No hay que preocuparse. Mis declaraciones sobre esto han terminado por hoy y creo que mi declaración de que estoy bien puede ser aceptada. He dicho que debo procesar este evento y estoy en ese proceso y creo que así como vino, algún día se irá”, concluyó, dejando más dudas que respuestas.
La condición de salud de Merkel sigue bajo siete llaves, mientras el mundo entero continúa a la expectativa de qué es lo que realmente pasa con la, hasta ahora, mujer más poderosa del planeta.