El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reconoció la “gravedad” de la crisis del coronavirus, pero pidió evitar la “histeria” y adoptar medidas de prevención básicas para frenar su avance. De hecho, ya dos de sus ministros y el presidente del Senado están contagiados.
Por segundo día consecutivo se escucharon “cacerolazos” en varias ciudades, en protesta contra el presidente y su gestión de la crisis.
“Mi obligación es decir la verdad a la población brasileña, pero que la verdad no supere el límite del pánico”, afirmó Bolsonaro en una conferencia de prensa, usando una mascarilla de protección, al igual que sus ministros.
Dos miembros de su gabinete contrajeron el virus: el ministro de Seguridad Nacional, Augusto Heleno (excomandante de las fuerzas de la ONU en Haití), y el de Minas y Energía, Bento Albuquerque.
Ambos integraron la comitiva que acompañó a Bolsonaro en un viaje oficial a Estados Unidos entre el 7 y 10 de marzo y que registró hasta ahora 17 contagiados por coronavirus.
“La verdad es esa, [la pandemia] es una cuestión grave, pero no podemos entrar en el terreno de la histeria”, insistió Bolsonaro, que empieza a mostrar preocupación con la crisis sanitaria, después de haber dicho que el asunto estaba “sobredimensionado” y recibir críticas incluso de parte de aliados.
El pasado domingo, Bolsonaro salió del Palacio de Planalto para saludar y estrechar la mano de varios de sus simpatizantes que participaban en una jornada de apoyo al gobierno, en medio de un llamado global a evitar aglomeraciones.
El segundo test de coronavirus al que se sometió el presidente dio negativo, informó el gobierno.
Hasta el momento, el Ministerio de Salud confirmó cuatro muertos en Sao Paulo y 428 infectados en todo el país.
Sao Paulo y Río de Janeiro, los estados que concentran el mayor número de casos, decretaron esta semana el estado de emergencia y tomaron medidas como suspender las clases, restringir el funcionamiento de comercios y el cierre de atracciones turísticas, como el Cristo Redentor.
CACEROLAZOS
Mientras Bolsonaro pronunciaba uno de sus discursos en vivo en la TV, se escucharon cacerolazos y gritos de “Fuera Bolsonaro”, “¡incompetente!”, en diversos barrios de Río de Janeiro, Sao Paulo y otras ciudades. En algunas localidades la protesta se mezclaba con gritos de apoyo al presidente.
“Tenemos días duros por delante. Pero serán menos difíciles si cada uno se preocupa por sí mismo, por sus familiares y amigos. Solamente así, siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias y las medidas básicas de higiene, podremos disminuir la curva de infección de modo que nuestros hospitales puedan atender con calidad a quienes lo necesiten”, declaró Bolsonaro.
Poco después se confirmó que el presidente del Senado, Davi Alcolumbre, de 42 años, también contrajo el virus y está en “aislamiento domiciliario”, según su asesoría.
El gobierno decretó el estado de “calamidad pública” para poder aumentar el gasto público y reforzar la asistencia sanitaria, así como brindar auxilio económico a los sectores más vulnerables.
También ampliará sus programas de asistencia social y permitirá a las empresas recortar la jornada laboral y los salarios de sus empleados, entre otros mecanismos para mitigar los efectos sobre la economía.
El impacto del virus ya llevó a muchos operadores económicos a prever un crecimiento nulo, o incluso una recesión, en 2020.
Las incertidumbres hicieron que la Bolsa de Sao Paulo se hundiera más de 40% desde el inicio de la crisis sanitaria y el dólar cerró este miércoles a un mínimo histórico de 5,20 reales, acumulando un aumento de 30% en lo que va del año.
Para tratar de alentar la inversión y el consumo, el Banco Central de Brasil recortó este miércoles en 0,5 puntos porcentuales su tasa básica, que llegó a un nuevo mínimo histórico de 3,75%.
El gobierno también determinó el cierre parcial de la frontera con Venezuela, impidiendo el ingreso de venezolanos en el estado brasileño de Roraima. La medida se aplica a las personas, pero no al tránsito de mercaderías.