La economía global está en espera de que Europa le vuelva a cambiar la trayectoria de manera incierta.
El conflicto entre Rusia y Ucrania está teniendo consecuencias económicas a nivel mundial. Y esto ya hace tiempo.
La invasión podría tener un doble efecto: ralentizar la actividad económica y elevar los precios.
Las sanciones económicas y los aranceles se han convertido en noticias cotidianas de doble efecto que no contribuyen a mejorar las previsiones de la economía mundial.
Este jueves, el precio del petróleo alcanzó su valor máximo en siete años por temor a que la crisis interrumpa el suministro global. El barril del Brent, un referente internacional, llegó a los US$100,04.
Rusia es un actor clave en la producción de petróleo: es el segundo mayor exportador después de Arabia Saudita.
“Rusia distribuye 1 de cada 10 barriles de petróleo consumidos a nivel mundial (…). Realmente puede perjudicar a los consumidores en las gasolineras”, le explica a la BBC Maike Currie, directora de inversiones de Fidelity International y columnista del Financial Times.
El incremento del precio del petróleo amenaza con aumentar aún más el “frenazo económico” que se está viviendo en buena parte del mundo tras la pandemia.
Y América Latina no es la excepción: varios países de la región ya están viendo serios impactos en sus perspectivas de crecimiento y un aumento de la inflación.
“Un mayor precio en el petróleo va a tener implicancias tanto del lado de la oferta como de la demanda. Existen envíos muy limitados de crudo ruso a la región latinoamericana, pero evidentemente cualquier disrupción en la oferta global tiene impacto en el resto de los crudos”, le explica a BBC Mundo Ixchel Castro, gerente para Latinoamérica de Petróleos y Mercados de Refinación de la consultora Wood-Mackenzie.
Conviene repasar el impacto que tendrá esta guerra en el mercado energético, especialmente en el gas y su impacto a Europa. También, es importante analizar el fuerte impacto en el comercio mundial, en el mercado financiero, y en el sector industrial. Es por esto que Italia y Alemania se han mantenido mas al margen de este conflicto, no queriendo involucrarse demasiado. Ambos paises dependen mucho de la energia rusa, y en especial de su gas.
La aprobación final del gasoducto Nord Stream 2 ha sido suspendida debido a las acciones de Rusia en Ucrania, informó Alemania hace unos dias.
El gasoducto entre Rusia y Alemania se completó en septiembre pasado pero todavía no ha entrado en operación.
Nord Stream 2 tiene la capacidad de suministrar suficiente gas natural de Rusia a 26 millones de hogares en Europa.
Funcionando a su máxima capacidad, podría contribuir en gran manera a resolver la escasez de gas y los altos precios del consumo de energía.
Incluso para los países que no participan en las guerras, igualmente por diferentes medios, impactan la vida de sus ciudadanos.
Caída de las bolsas
Ahora mismo, las bolsas caen más de un 2%, el precio del oro sube un 2% y el precio del petróleo ha superado los 100 dólares el barril. Es decir, a pesar de que los mercados financieros llevan todo el mes anticipando problemas, parece que los problemas son mucho más graves de los anticipados.
Estos problemas, como caídas generalizadas de las bolsas y el crecimiento de precio de activos refugio como el oro. También los precios de la energía se han disparado.
Empecemos con las disrupciones del comercio. En este caso concreto, el comercio de materias primas relacionadas con la energía cobra especial relevancia. Esto hará un daño especial a Europa, que no está en absoluto preparada para prescindir del gas ruso. Como se observa en el gráfico, la producción de gas de Europa lleva cayendo desde finales de los años 90s y cae en picada desde 2013. Y ahora no será mejor.
Los productores en Latinoamerica
Brasil y México son los principales productores en el continente, mientras Venezuela, Ecuador, Colombia y Argentina también producen, aunque en menor medida.
“Para ellos, es bueno que el precio suba, pero en realidad no lo es tanto”, le dice a BBC Mundo Fernando Valle, analista senior de petróleo y gas de Bloomberg Intelligence en Nueva York.
“Porque aunque no es positivo tener un precio muy bajo, cuando asciende por arriba de los US$80 el barril es un problema muy grande por la inflación de precios para el consumidor”.
“Por más que empresas estatales como Petrobras (Brasil) o Pemex (México) tengan más dinero, no es suficiente para poder reducir el impacto hacia el consumidor. Y para los gobiernos es muy importante que no suban tanto los precios”.
Como contraparte, el alza en precio del barril es un fenómeno negativo para los países que son importadores únicamente, como es el caso de Chile o Perú.
Según advirtió hace unos días la consultora inglesa Capital Economics, esto podría generar un mayor endurecimiento de la política monetaria de estos países y conducir a una importante inflación.
“Buena parte de nuestros países de la región siguen siendo importadores de crudo y van a ver un impacto de precios más altos para sus consumidores”, dice Ixchel Castro.
“Un impacto sostenido en estos precios, sin ningún tipo de intervención gubernamental, puede impactar no solo el precio del combustible sino toda la cadena de valor, que son los alimentos, materias primas, etc”, agrega.
La experta asegura que esto puede retrasar la recuperación de la economía post pandemia y el regreso al funcionamiento de las cadenas productivas que se han visto afectadas en los últimos dos años.
Las sanciones a Rusia
La fuerte alza se explica también por las sanciones que Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea le han impuesto a Rusia en los últimos días. Occidente ha señalado que están preparando sanciones “más duras”, lo que eventualmente podría afectar el suministro de crudo proveniente de este país.
La promesa del presidente Joe Biden de aplicar sanciones punitivas como respuesta y la posible venganza de Rusia ya habían hecho que disminuyeran los rendimientos en el mercado de valores y que aumentarán los precios del gas.
Un ataque abierto de los soldados rusos podría provocar repuntes vertiginosos en los precios de los energéticos y de los alimentos, aumentar los temores inflacionistas y asustar a los inversionistas, una combinación que amenaza la inversión y el crecimiento de las economías de todo el mundo.
Aunque los efectos fueran muy adversos, el impacto inmediato no sería nada parecido a los devastadores cierres provocados por el coronavirus en el 2020.
Rusia – un gigante “sin importancia”
Rusia es un gigante transcontinental con 146 millones de habitantes y un enorme arsenal nuclear, así como también un proveedor fundamental de petróleo, gas y materias primas que mantienen en funcionamiento las fábricas del mundo. Pero, a diferencia de China, que es una potencia manufacturera y está entrelazada en intrincadas cadenas de suministro, Rusia tiene un papel de poca importancia en la economía global.
Italia, con la mitad de población y menos recursos naturales, tiene una economía del doble de tamaño. Polonia exporta a la Unión Europea más mercancía que Rusia.
“Rusia tiene una mínima importancia en la economía global, excepto por el gas y el petróleo”, señaló Jason Furman, un economista de Harvard que fue asesor del presidente Barack Obama. “Es, en esencia, una gasolinera muy grande”.
Europa recibe de Rusia casi el 40 por ciento de su gas natural y el 25 por ciento de su petróleo, y es probable que se vea muy afectada con los repuntes de las facturas del gas y la calefacción, las cuales ya están aumentando. Las reservas de gas natural son menores a una tercera parte de su capacidad, se aproximan algunas semanas de bajas temperaturas y los líderes europeos ya han acusado al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de haber reducido el suministro con el fin de obtener una ventaja política.
Los alimentos
También tenemos el precio de los alimentos, los cuales han alcanzado su nivel más alto en más de una década debido, en buena medida, al desastre de la cadena de suministro causado por la pandemia, de acuerdo con un informe reciente de Naciones Unidas.
Los desabastos aislados y el aumento de precios — ya sea de gas, trigo, aluminio o níquel— pueden ser como una bola de nieve en un mundo que sigue teniendo problemas para recuperarse de la pandemia.
Rusia es el mayor proveedor de trigo en el mundo y, junto con Ucrania, representa casi una cuarta parte del total de las exportaciones mundiales. Para algunos países, la dependencia es mucho mayor. Esa afluencia de grano representa más del 70 por ciento del total de las importaciones de trigo de Egipto y Turquía.
Esto pondrá una mayor presión sobre Turquía, país que ya se encuentra en medio de una crisis económica y tiene problemas con una inflación que se está acercando al 50 por ciento y con unos precios de electricidad, combustibles y alimentos que están aumentando de manera vertiginosa.
Los analistas que están observando cómo se desenvuelve el conflicto han planteado una serie de escenarios que van de imperceptibles a graves. Las repercusiones para las familias de la clase trabajadora y los operadores de Wall Street dependerán de cómo se desarrolle la invasión: si los soldados de Rusia se quedan en la frontera o atacan Kiev, la capital ucraniana; si la lucha dura días o meses; cuál es el tipo de sanciones que impone Occidente; y si Putin responde reteniendo suministros de gas que son primordiales para Europa o lanzando perniciosos ataques cibernéticos.
“Pensemos que el despliegue se dará por etapas”, comentó Julia Friedlander, directora de la iniciativa de la diplomacia económica en el Atlantic Council. “Es probable que esto se desarrolle como una película en cámara lenta”.
Estados Unidos y la incertidumbre
En Estados Unidos, la Reserva Federal ya está enfrentando la inflación más alta en 40 años, la cual llegó a 7,5 por ciento en enero, y se espera que el mes entrante aumenten las tasas de interés. Es posible que en Europa sean transitorios los precios más elevados de la energía desencadenados por un conflicto, pero podrían generar temores acerca de una espiral de precios y salarios.
“Podríamos ver una nueva ráfaga de inflación”, comentó Christopher Miller, investigador invitado del American Enterprise Institute y profesor adjunto en la Universidad Tufts.
Escasez de metales
Lo que también genera temores inflacionistas es el posible desabasto de metales indispensables como el paladio, el aluminio y el níquel, lo que suscitaría un trastorno más para las cadenas de suministro a nivel global, las cuales ya sufren afectaciones por la pandemia, por los bloqueos de los transportistas en Canadá y por el desabasto de semiconductores.
En las últimas semanas, por ejemplo, debido al temor de que Rusia, el exportador más grande de paladio en el mundo pueda ser expulsado de los mercados globales, ha aumentado el precio de ese metal, el cual se usa en los sistemas de escape de los automóviles, los teléfonos celulares e incluso en los empastes dentales.
También ha estado aumentando el precio del níquel, que se usa para hacer baterías de autos eléctricos y acero.
Es demasiado pronto para evaluar el impacto exacto de un conflicto armado, señaló Lars Stenqvist, director general de tecnología en Volvo, el fabricante de camiones sueco. Pero añadió que “Es algo muy muy grave”.
Rusia vs China
Dependiendo de lo que suceda, los efectos más trascendentes para la economía global solo podrían manifestarse a largo plazo.
Una de las consecuencias podría ser que Rusia se viera obligada a tener vínculos más cercanos con China.
Hace poco, estos países negociaron un contrato por 30 años para que Rusia abasteciera de gas a China a través de un nuevo gasoducto.
“Es probable que Rusia dirija todas sus exportaciones de energía y de productos a China”, señaló Carl Weinberg, economista principal en High Frequency Economics.
Esta crisis también está ayudando a reevaluar la estructura de la economía global y el tema de la autosuficiencia. La pandemia ya ha evidenciado las desventajas de las cadenas de suministro remotas que dependen de la producción sin desperdicios.
Ahora, la dependencia que tiene Europa en el gas ruso está incentivando debates sobre ampliar las fuentes de energía, lo cual podría marginar aún más la presencia de Rusia en la economía global.
“A largo plazo, esto hará que Europa se diversifique”, mencionó Jeffrey Schott, investigador sénior que trabaja en políticas de comercio internacional en el Instituto Peterson para la Economía Internacional. En cuanto a Rusia, el verdadero costo “sería muy alto con el paso del tiempo, pues en verdad se dificultaría mucho más hacer negocios con las empresas rusas y se desalentarían las inversiones”.