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Dia de la mujer 2021: El mundo sigue en desigualdad con la mujer

Karina Svendsen por Karina Svendsen
Hace 2 años
en Noticias
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Dia de la mujer 2020: El mundo sigue en desigualdad con la mujer
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Las mujeres y su lucha por la igualdad y el acceso a sus derechos no han cesado incluso en un 2020 y 2021 tan abrumador en muchos aspectos. Alrededor del mundo continúan los avances de las mujeres en la economía, el arte, la ciencia, el deporte y el activismo. Las cifras que no bajan, sino todo lo contrario, aumentan, son los asesinatos cometidos por hombres, en la mayoria conyuges o novios de estas mujeres.

Las cifras de la ONU son contundentes: a nivel global 243 millones de mujeres y adolescentes entre 15 y 49 años han sido víctimas de violencia física y/o sexual a manos de su pareja. Además 137 mujeres son asesinadas a diario en el mundo por un miembro de su familia y menos del 40 % de las mujeres que sufren violencia buscan algún tipo de ayuda.

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El 8 de marzo del 2020, en el dia de la mujer, en las ciudades del mundo se levantaron movilizaciones de mujeres a modo de protesta ante la discriminación, la violencia y la desigualdad. Desde México hasta Chile, miles de mujeres tomaron las calles. Incluso en países de Asia y Europa, en donde la pandemia ya se encontraba más avanzada, algunos bloques de mujeres se organizaron en contingentes para marchar contra las agresiones de género.

En la Ciudad de México las movilizaciones iniciaron por la mañana y al mediodía miles de mujeres organizadas en contingentes ya llenaban las vías principales del centro de la ciudad y las estaciones de metro cercanas a ellas.

Fue una marcha histórica, no sólo por la cantidad de asistentes, también por el contexto en el que se encuentra el país en términos de violencia e igualdad de género: en Mexico las cifras estos ultimos años es alarmante; cada dos horas aproximadamente una mujer es asesinada, cerca del 70% de las mujeres ha sido víctima de algún tipo de violencia, la tasa de participación laboral femenina es de apenas la mitad que la masculina y apenas el 8% de los CEO son mujeres. Escandaloso como no se ha hecho nada por el progreso de muchas mujeres que no tendrian porque vivir bajo estas condiciones, menos en la pobreza. Mexico seria un pais mucho mas capaz economicamente si incluyera mas a la mujer a la actividad productiva del pais. Y disminuiria la pobreza.

“El tapabocas no nos calla, vivas nos queremos”. Esta frase en una pancarta que sostiene una joven argentina durante una protesta contra la violencia de género en tiempos de pandemia y aislamiento, resume la realidad de miles de mujeres latinamericanas: el encierro, con su silencio y la ausencia de recursos, que se transforma en un espacio sin límites para que la violencia sobre sus cuerpos se multiplique.

“En América Latina, en promedio una de cada tres mujeres ha padecido violencia física o sexual en una relación íntima a lo largo de su vida y una de las principales estrategias de control de los perpetradores de violencia doméstica es la de aislar a la víctima”, señalan desde la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El año pasado, en el dia de la mujer 2020, se cumplieron 25 años del plan más progresista ideado por la ONU a favor de los derechos de las mujeres y niñas: la Declaración y Plataforma de Acción de Beijin (1995), y además también se celebra el 20º aniversario de la la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, la Paz y la Seguridad; y el 10º aniversario de la creación de ONU Mujer. Conmemoraciones que enmarcaban el 2020 como el año clave para conseguir materializar y asentar muchos de los avances que se han ido produciendo en los últimos años.

Los progresos

La eliminación de todas las situaciones sociales, económicas, políticas y culturales que asignan a la mujer una posición de desventaja frente al hombre se han convertido en una prioridad en el debate público y en la arena política, tanto en el plano nacional como en el internacional.

El principio de igualdad entre el hombre y la mujer y la prohibición de discriminación por razón de sexo se encuentran recogidos en todas las constituciones de las democracias contemporáneas y en los textos internacionales de derechos humanos más relevantes.

Así, el Índice de Igualdad de Género de 2020 acaba de publicar las puntuaciones que han obtenido los Estados miembros de la Unión Europea y que oscilan entre los 83,8 puntos de Suecia y los 52,2 puntos de Grecia. España ha alcanzado 72 puntos, y la Unión Europea en su conjunto obtiene un valor de 66,2.

En el plano universal, la Organización de las Naciones Unidas se considera un escenario indispensable para la constitución de un régimen bien definido de derechos de la mujer y de equiparación entre los géneros. Cuales seran los avances para este 2021? Y cuales seran los avances para la mujer este año?

Lea aqui: Un nuevo informe de ONU Mujeres presenta una agenda de políticas para poner fin a la desigualdad de género en las familias

A pesar de los avances recientes, las leyes aún limitan las oportunidades económicas de las mujeres, concluye un estudio

La pandemia

La pandemia se llevó el foco de atención durante estos últimos meses, haciendo que se paralizaran avances importantes en aspectos claves como la igualdad entre hombres y mujeres. Por ello nos preguntamos si 2021 puede convertirse, finalmente, en ese año que habíamos imaginado.

Hay que tener en cuenta que el coronavirus ha evidenciado las desigualdades entre mujeres y hombres dejando de manifiesto que éstas tienen causas estructurales, que son desigualdades que ya existían. Y si se sigue ignorando el impacto de género que está teniendo el Covid-19 las consecuencias económicas y sociales, sin duda, agravarán la situación de desigualdad. Se debe seguir trabajando por explicar y mostrar cifras, creando la necesidad de trabajar de manera más intensa con estas. Mientras no se traduzca en cifras, la interiorización es sólo «supuesta». Por ello, es importante destacar que según el informe del World Economic Forum a la igualdad le quedan aún 99,5 años por llegar a la «meta».

Durante el confinamiento, los servicios de ayuda y protección se han tenido que reinventar. En Perú, por ejemplo, al estar cerrados los casi cuatrocientos Centros de Emergencia Mujer, debieron organizarse cerca de 200 equipos itinerantes para socorrer a las víctimas en sus residencias. El 60 % de los feminicidios en este país sudamericano ocurren en el hogar, de acuerdo con el Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público.

También se reforzó otro sistema clave en todos los países para socorrer a las mujeres abusadas: las líneas telefónicas de denuncia. En ese país, la Línea 100, que antes de la emergencia sanitaria recibía más de 12.000 llamadas al mes, ha tenido un incremento de un 43,2 % en el número que recibe durante la cuarentena.

La ONU ha advertido que desde el inicio de la cuarentena en Argentina aumentaron las denuncias de mujeres que sufren violencia de género a la línea telefónica 144, que brinda orientación, asesoramiento y contención a mujeres en situación de violencia. Según fuentes del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina, las llamadas crecieron un 39 %. El propio Ministerio publicó además, las denominadas «Medidas en materia de género y diversidad en el marco de la emergencia sanitaria» y un mapa nacional con todos los centros de atención a mujeres que sufren violencia doméstica.

Además, según cita la agencia estatal de noticias argentina Télam, de acuerdo a datos del Observatorio Matria Latinoamericana (MuMaLá), desde que fueron implementadas las primeras medidas de restricción por la pandemia del nuevo coronavirus Covid-19, a partir del pasado 12 de marzo, se registraron 45 feminicidios. Las cifras dan cuenta de una continuidad en la vulneración de los derechos de las mujeres. En lo que va del 2020 se registraron 104 feminicidios en todo el país (uno cada 29 horas), 89 intentos y 16 muertes violentas en proceso de investigación.

En su artículo titulado “Coronavirus: #EmergenciaNiUnaMenos”, publicado en Télam, Silvia Ferreyra, coordinadora nacional de MuMaLá, resume las implicaciones que el aislamiento social tiene para miles de personas: “La pandemia profundizó las precariedades vigentes de los sectores más vulnerables de nuestro país, principalmente las mujeres e integrantes del colectivo LGBTIQ+. Se agudizaron todas las desigualdades estructurales y en particular, a partir del aislamiento social preventivo, las situaciones de violencias de género. Sabemos que para las víctimas que conviven con su agresor, el hogar no es un lugar seguro”.

Casi mil mujeres fueron asesinadas en México en los primeros tres meses de 2020, según datos del Gobierno, mostrando un aumento en la violencia que, combinado con medidas de bloqueo del coronavirus, dicen los defensores que pone a las mujeres en doble peligro.

Las llamadas de emergencia a la Red Nacional de Refugiados, una ONG mexicana que atiende a mujeres víctimas de violencia, han aumentado en un 60 % desde el comienzo del período de confinamiento, dicen los activistas, y están pidiendo a las autoridades que implementen políticas para proteger a las mujeres.

Hoy, los violentos ya no necesitan ningún esfuerzo para aislar a la víctima. La pandemia de Covid-19 puso a la mayor parte de la humanidad en confinamiento obligatorio, dejando a las víctimas de violencia doméstica en condiciones de mayor vulnerabilidad, con muchos menos recursos disponibles.

“El confinamiento aviva la tensión y el estrés generados por preocupaciones relacionadas con la seguridad, la salud y el dinero. Asimismo, refuerza el aislamiento de las mujeres que tienen compañeros violentos, separándolas de las personas y los recursos que mejor pueden ayudarlas. Es la situación perfecta para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar”, señalan desde el organismo Red Nacional de Refugios para mujeres, dedicado a la defensa de los derechos de la mujer.

Las cifras lo confirman: sólo en Perú, tras ocho semanas de confinamiento, se registraron 12 feminicidios y 226 violaciones, de las cuales 132 eran menores de edad. Todas ellas en aislamiento, confinadas y desprotegidas ante sus asesinos o violadores.

Las estadisticas dentro de asesinatos y violaciones de la mujer han aumentado los ultimos años, y sobretodo en tiempos de pandemia.
Durante meses, la población mundial ha vivido confinada en sus casas. Esta fue una de las principales medidas para frenar la expansión de la pandemia causada por el nuevo coronavirus.

El confinamiento ha reforzado la situación de aislamiento en la que se encuentran miles de mujeres que conviven con su agresor . El hecho de no poder salir de casa también ha provocado que muchas de estas mujeres tengan más difícil el acceso a los recursos de protección.

Además, se estima que la crisis económica provocada por la pandemia también afecte a las mujeres más vulnerables que, en muchos casos, dependen económicamente de sus parejas.

Según se recoge en el artículo publicado por ONU Mujeres, la enfermedad Covid-19 se ha convertido en la “situación perfecta” para ejercer un comportamiento controlador y violento en el hogar. Y el aumento de las cifras en diferentes países lo confirman.

Alrededor de 243 millones de mujeres y niñas de todo el mundo sufrieron violencia sexual o física por parte de un compañero sentimental durante los 12 meses anteriores a abril del 2020, según ONU Mujeres. Es muy probable que esta cifra aumente debido al avance de la pandemia de Covid-19, que ha afectado tanto al bienestar de las mujeres como a su salud sexual y reproductiva, a su salud mental y a su capacidad de liderazgo en el ámbito social, laboral y político.

En Francia, el ministro del Interior, Christophe Castaner, reveló a finales de marzo que la violencia de género había aumentado un 30% desde el inicio del confinamiento en el país, el 17 de marzo de 2020. En Argentina, el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades informó a mediados de abril que con la cuarentena se había registrado un aumento del 39% de las consultas por violencia de género.

En Singapur, durante el mes de marzo de 2020, la asociación AWARE recibió 619 llamadas, la mayor cantidad registrada en un mes en los 29 años de historia de la entidad. Por su parte, en el Reino Unido, las llamadas a la línea telefónica nacional de ayuda contra el abuso doméstico aumentaron en un 25% a finales del mes de marzo, según Refuge, la organización benéfica que gestiona el servicio.

Y en Somalia, las medidas de confinamiento han provocado un aumento de las mutilaciones genitales femeninas (MGF), según la ONG Plan International. En el país africano un 98% de las mujeres de entre 15 y 49 años han sido sometidas a esta práctica según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Aún queda mucho por hacer, pero cada vez somos más y estamos más concienciadas y empoderadas. Y cuantas más seamos antes conseguiremos superar los próximos retos. Eso sí, no olvidemos que, si en nuestro país existen violaciones de los derechos humanos de las mujeres, en otros países el camino aún sigue siendo más largo. Por lo tanto no podemos hablar de «el año de la mujer» porque aún no estamos todas.

Iniciativas en defensa de la mujer

La violencia a la que se enfrentan las mujeres y sus hijos durante la actual crisis de Covid-19 ha provocado que muchas organizaciones cambien su forma de comunicarse y actuar durante la pandemia. Algunas han hecho el seguimiento a través del teléfono, otras por videollamada o mensajes. En los peores casos, algunas mujeres han perdido su capacidad para contactar y pedir ayuda, y muchas han sido asesinadas.

En España, los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Canarias impulsaron la campaña “Mascarilla-19” para así facilitar que las mujeres en situación de riesgo pudieran pedir ayuda a través de las farmacias, un recurso sanitario esencial abierto durante la época de confinamiento. El País Vasco, Andalucía, Navarra, Cantabria, Ceuta o Melilla son algunas de las Comunidades Autónomas que se han sumado a la campaña, que también ha traspasado fronteras hasta llegar a países como Francia o Noruega.

En Perú se ha lanzado la campaña “Mascarillas violetas”, una iniciativa para visibilizar y apoyar a todas aquellas mujeres que luchan contra la violencia de género en el país latinoamericano. “Al usarlas [las mascarillas], el mensaje hacia cada mujer es claro y contundente: NO ESTÁS SOLA”, se puede leer en la página web del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), impulsor del proyecto.

La violencia contra la mujer es un problema de salud pública global y una “violación flagrante de los derechos humanos de la mujer”, según declara la ONU.

Un problema que ya existía antes de la pandemia y que afecta a una de cada tres mujeres en el mundo. Cerca del 30% de las mujeres han sido víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja.

«Supuesta» igualdad desde 1945

Hay que recordar que la prohibición de discriminación por motivo de sexo y el principio de igualdad de derechos entre hombres y mujeres se incorporó en la Carta de San Francisco de 1945 y, tres años después, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El tratado más representativo en la materia, y uno de los principales instrumentos internacionales de derechos humanos, es la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, aprobada por la Asamblea General el 18 de diciembre de 1979.

Posteriormente, la afamada Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Pekín en 1995, arrancó a los gobiernos el compromiso de incluir de manera efectiva una dimensión de género en todas las políticas e instituciones.

Mujeres indigenas

Tambien las mujeres indigenas han sido muy abusadas estos ultimos años, y aqui hay que exigir cambios. No podemos dejar pasar un año mas sin que se exigan que estos terribles abusos paren una vez por todas en estas comunidades.

Las mujeres indígenas deben enfrentarse a numerosas discriminaciones en su vida: por género, etnia y su situación económica, ya que la mayoría vive en la pobreza. Unos lastres que arrastran durante su ciclo vital.

Alrededor de 28 millones de hombres y 26 millones de mujeres constituyen la población indígena de América Latina y El Caribe, según el informe Aplicación del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales núm. 169 de la OIT: Hacia un futuro inclusivo, sostenible y justo de la Organización Internacional del Trabajo publicado el mes de febrero 2019.  Dicho informe, que recoge datos de nueve países de la región, subraya que las personas indígenas constituyen casi el 30% de las personas en situación de pobreza extrema. Una pobreza con rostro femenino ya que el 7% de las mujeres indígenas viven con menos de 1,90 dólares diarios.

Asimismo, las mujeres indígenas dependen de un empleo informal: más del 85% de ellas solo consigue trabajo en la economía informal. “Por décadas no se ha reconocido el papel productivo de la mujer”, lamentó Mafalda Galdanes Castro, Secretaria General de Anamuri (Asociación Nacional Mujeres Rurales e Indígenas) de Chile y coordinadora de las Américas para la Marcha Mundial de las Mujeres.

El reporte también destaca que el salario de las mujeres indígenas con empleo remunerado es un 31% por debajo de otros trabajadores, lo que puede estar relacionado con el hecho que casi el 32% de los adultos que trabajan no disponen de ningún tipo de formación.

En este sentido, según el reporte de “Las Mujeres Indígenas y sus Derechos Humanos en las Américas” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), solo una de cada diez niñas indígenas termina la escuela secundaria en América Latina. Dicho reporte, apunta que las mujeres indígenas deben superar numerosas adversidades en su ciclo vital pues a las pocas oportunidades para acceder al mercado laboral, se le unen elevadas tasas de analfabetismo provocadas por las dificultades para acceder a los centros educativos.

Además de educación, las mujeres indígenas latinoamericanas también enfrentan dificultades económicas para tener acceso a servicios de salud, según aporta el reporte de la CIDH que señala que dicha exclusión social y económica comporta una discriminación permanente y las convierte en potenciales blancos de violencia.

“En el ámbito de las organizaciones que representan los pueblos indígenas también hay patriarcados, te quieren callar”, dice Ruth Alipaz, Coordinadora General de la Coordinadora Nacional en Defensa de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas de Bolivia. “Luego está el ámbito del aparato estatal: violación de derechos, despojo, saqueo de recursos”, agregó denunciando el acoso y la criminalización que sufren las mujeres de los pueblos originarios.

El informe de la CIDH apunta que las mujeres indígenas no deben ser vistas únicamente como víctimas ya que han jugado un papel decisivo en la lucha por la autodeterminación de sus pueblos y sus derechos como mujeres. “Siempre se visibilizan las luchas de los hombres, pero detrás de cada mujer hay mucha gente”, aseguró Ginna Montoya, activista indígena del pueblo Nasa (Colombia).

“En los escenarios más colectivos es la mujer la encargada de llamar y convocar”, agregó admitiendo que “aún falta fortalecer las redes de la mujer”. Por este motivo, “estamos fortaleciendo la formación política de las mujeres y darles esa seguridad para que puedan hablar”, explicó.

Igualmente la CIDH las reconoce como garantes de la cultura y destacan su aportación en el ámbito familiar así como en sus comunidades, países y el ámbito internacional. Este reconocimiento se visibiliza cada 5 de septiembre con la celebración del Día Internacional de las Mujeres Indígenas.

La capacitación de nuevas líderes es uno de los retos de futuro de las mujeres indígenas a las que Cunningham aconseja que se mantengan vinculadas a la comunidad a la que pertenecen. “Promover estándares internacionales de derechos humanos en la ONU o abrir espacios de participación de pueblos indígenas, de nada sirven los logros a nivel nacional o internacional si esos no se acompañan de cambios a nivel local”, aseguró apuntando que lo ideal es “mantener los pies en los dos espacios y que cada espacio se nutra uno del otro”.

Los retos y las metas

Es muy importante el avance en la toma de conciencia. Hay mucha gente que ha empezado a entender que el feminismo es sacar a la luz las desigualdades entre mujeres y hombres para exigir justicia social, a pesar de la existencia de la corriente negacionista sobre la violencia machista. Además tenemos por delante muchos retos, entre ellos que los hombres se sumen a transformar las ideas que hay sobre la masculinidad: no se puede seguir premiando socialmente a los hombres que son duros, fríos o distantes emocionalmente. Hay si, muchos hombres que se están sumando a la autorevisión, a reconciliarse consigo mismos y a enfrentarse a su entorno cuando percibe actitudes machistas, pero las mujeres seguimos teniendo muchas décadas de ventaja.

También tenemos el reto de transformar las maneras de amarnos y relacionarnos sexualmente. Por un lado, desterrando mitos del amor romántico que provocan relaciones dependientes y que tiene mucha relación con los estereotipos de género. Por otro, con la sexualidad: necesitamos aún romper muchos mitos y cambiar cómo entendemos el flirteo y las relaciones, incluso el consentimiento, o simplemente, las relaciones deseadas. Por último, atender realidades diversas, como las de mujeres racializadas, mujeres con discapacidad, mujeres lesbianas…Aun queda mucho trabajo por delante.

La corresponsabilidad en materia de cuidados puede ser uno de los indicadores más destacables, teniendo en cuenta que los permisos de paternidad van a alcanzar durante 2021 la misma duración que los de maternidad. Veremos cómo van evolucionando los indicadores y si se van superando los estereotipos de género, ya que lo cierto es que las mayores perjudicadas de las cifras de desempleo, temporalidad, pobreza, violencia de género en su sentido amplio, siguen siendo las mujeres, así que hay que seguir trabajando para reducir estas cifras.

Y es que son muchas las metas por conseguir no sólo en el próximo año. Entre ellas: perder el miedo a la promoción de las mujeres dentro de las empresas, poner en valor la economía de los cuidados,promover una sana educación sexual, o la corresponsabilidad en el ámbito privado, además de por supuesto eliminar conductas por desgracia frecuentes como las agresiones sexuales, el acoso -dentro y fuera del trabajo- y los distintos tipos de violencia de género. Todo ello tiene que ser una meta común para nuestra sociedad.

El aborto y la mujer

«Es un derecho humano fundamental decidir sobre nuestro propio cuerpo».

La interrupción voluntaria del embarazo es un procedimiento médico regulado que varía según la legislación de cada país. Esta situación influye en la vida de millones de mujeres, que pueden abortar (o no) en condiciones muy diferentes.

A pesar de que en Argentina – como en Brasil, Chile y México – el aborto se permitía en caso de violación, el país había visto varios intentos de despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo, pero no había tenido éxito, hasta ahora.

Las leyes sobre aborto varían drásticamente en todo el mundo: en algunos países es una decisión personal, en otros es completamente ilegal y en muchos países los abortos solo se aceptan en ciertas situaciones, como malformaciones fetales o en casos de violación.

Estados Unidos es uno de los casi 60 países que brindan acceso legal a abortos seguros. Aunque el aborto ha sido legal en EE.UU. desde 1973, el acceso al tratamiento depende de las leyes determinadas por cada estado, y la mayoría de los estados han establecido límites gestacionales que varían de 20 a 24 semanas.

El Centro por los Derechos Reproductivos, una organización sin ánimo de lucro de Estados Unidos, contabiliza aquellos países en los que el aborto es legal, en los que está permitido solo en ciertas circunstancias y en los que es totalmente ilegal.

Las dos últimas actualizaciones fueron las de Irlanda, que en mayo del 2020 hizo un referéndum en el que legalizar el aborto ganó por mayoría, y Chile, que en el 2019 permitió el aborto bajo «ciertas circunstancias», que al fin no hace nada para favorecer a la mujer, en conclusion.

Países como Colombia y Perú tienen una política del aborto que lo permite en casos y condiciones específicas.

En Antigua y Barbuda, Brasil, Dominica, Guatemala, Panamá, Paraguay y Venezuela, el aborto está prohibido, pero se permite para salvar la vida de la mujer en caso de riesgo. México se encuentra entre esos países, pero algunos estados han añadido otras causas para permitir la interrupción del embarazo.

A partir de este 2021, Argentina se une a los países que permiten la interrupción voluntaria del embarazo. Sin embargo, pese a la legalización del aborto, a menudo la mujer puede ser víctima de la estigmatización social, incluso en Suiza, indica la experta Clémentine Rossier.

Pocos países del mundo han adoptado una ley de este tipo para evitar que la mujer se exponga al riesgo de un aborto clandestino.

En Latinoamérica, Argentina se suma a Uruguay, Cuba, Guyana, Guyana Francesa y Puerto Rico, donde se permite a la mujer el aborto sin deber argumentar violación o peligro de vida.

Para la profesora Nelly Minyersky, una figura del activismo argentino a favor de los derechos de la mujer, este paso recién dado en su país es muy significativo, pero dentro de un combate más amplio y sostenido. “El estigma social del aborto prevalece. Allí continuamos la lucha. Debemos vigilar que se cumpla la nueva ley para hacer valer nuestros derechos: ¡Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir!”

De hecho, incluso en países como Suiza, que despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) en 2002, varias cuestiones siguen abiertas. Por ejemplo, la estigmatización continúa, considera la investigadora Clémentine Rossier, profesora del Instituto de Salud Global de la Universidad de Ginebra, dedicada al estudio del aborto inducido, la anticoncepción y las tendencias de fecundidad en el mundo.

“La falta de accesibilidad a la anticoncepción, particularmente en las zonas rurales, junto con la prohibición de la anticoncepción de emergencia, contribuye a una alta tasa de embarazos forzados, incluidos embarazos de adolescentes». Honduras tiene la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes entre los países de América Latina y en zonas rurales la tasa de esos embarazos alcanza el 30%.

“Muchos embarazos forzados y precoces son el resultado de delitos de violación sexual e incesto», dijeron las expertas. También citaron las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud que muestran que los países en los que las mujeres tienen derecho a interrumpir sus embarazos -y también tienen acceso a la información y a todos los métodos anticonceptivos- tienen la tasa más baja de interrupciones del embarazo.

“Las leyes restrictivas sobre el aborto aumentan las tasas de mortalidad y morbilidad materna debido a los abortos en condiciones de riesgo y no son eficaces para reducir la tasa de abortos”, dijeron las expertas. El número de abortos inseguros en Honduras podría ser de entre 51.000 y 82.000 por año, dijeron.

De acuerdo con los estándares internacionales, el acceso a los servicios de aborto seguro y legal debería asegurarse, al menos, en casos de violación o incesto, cuando la vida o la salud de las mujeres embarazadas esté en riesgo y en casos de malformación fetal grave.

Las conclusiones y recomendaciones sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas en Honduras figuran en el informe de la visita al país del Grupo de Trabajo sobre discriminación contra mujeres y niñas.

Se demuestra que en los países en los que las mujeres obtuvieron el derecho a interrumpir sus embarazos en los años 70 y 80 -y también tienen acceso a la información y a todos los métodos anticonceptivos- tienen tasas más bajas de interrupciones del embarazo.

Las expertas de la ONU en derechos humanos, recuerdan que «queda mucho por hacer para asegurar los derechos de las mujeres y las niñas a la igualdad y al más alto nivel de salud sexual y reproductiva».

«Ahora es importante que estas leyes se apliquen en todos los paises y que no sea usurpada por una agenda política o un dogma religioso», dicen las expertas que señalan como preocupante una cláusula de objeción de conciencia que permite que los profesionales de la salud no realicen abortos por creencias personales, o por estados influenciados por su religiosidad.

La perspectiva de genero

En épocas más recientes se ha forjado un amplio consenso en torno a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible actuales incorporan una hoja de ruta incluyente, universal y vinculada a los derechos humanos. En particular, el Objetivo 5 enuncia el propósito de lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a las mujeres y las niñas, incluidos sus derechos sexuales y reproductivos.

Del mismo modo, se abre una oportunidad histórica para incorporar la perspectiva de género en el cumplimiento global de esta agenda, ya que las desigualdades de género se consideran obstáculos incompatibles con el logro de los restantes objetivos y metas que en ella se reúnen. Especialmente, los objetivos de reducción de la pobreza, la promoción de la salud y la educación, la reducción de las desigualdades, el trabajo decente y la prohibición de la esclavitud, o los relacionados con la eliminación de todas las formas de violencia.

En el plano regional, la Unión Europea pretende ejercer un liderazgo decisivo en los esfuerzos que se despliegan para combatir las desigualdades. Hay que tener presente que sus tratados fundacionales proclaman que la igualdad es un valor fundamental de la construcción europea, y condición necesaria para la consecución del conjunto de los objetivos del proceso de integración.

El trabajo de combatir

Entre los planes generales diseñados para combatir y eliminar todas las formas de discriminación por razón de sexo y lograr la igualdad entre los géneros destaca la actual Estrategia para la Igualdad de Género 2020-2025, marcada por la impronta de la mujer que asume, por vez primera, la presidencia de la Comisión europea.

Esta estrategia recoge un programa de trabajo ambicioso: la brecha salarial, el techo de cristal, la igualdad en la toma de decisiones y la actividad política, la lucha contra la violencia de género o la dimensión de género en las transiciones verde y digital.

Pero en muchos puntos del planeta todavía se aprueban y aplican leyes que discriminan explícitamente a la mujer en amplias parcelas de la vida, con base en las diferencias culturales y religiosas. Evidentemente, en nuestros días no es asumible una cultura basada en prácticas nocivas como los matrimonios forzados, la mutilación genital femenina o los crímenes cometidos en nombre del honor.

Además, según ONU Mujeres, la pandemia de la Covid-19 ha puesto de relieve que las graves crisis sanitarias y económicas no son neutrales en materia de género. Las mujeres están sufriendo más pobreza extrema, más violencia, más pérdidas de empleos, más diferencias salariales, menos protección social y mayores dificultades para conciliar la vida laboral y familiar.

También preocupan las discriminaciones entrecruzadas, que son aquellas que combinan la discriminación por razón de género con otros aspectos de la identidad de la mujer: edad, clase, raza, etnia, identidad sexual, nacionalidad, discapacidad, o condición de inmigrante y refugiada.

El desarrollo de un marco internacional de protección de los derechos de la mujer está siendo continuamente rebatido. En lo que llevamos de siglo, han sido frecuentes las protestas contra la igualdad de género, la lucha contra la violencia de género y los derechos sexuales de las mujeres y niñas.

Numerosos grupos que tratan de imponer una visión patriarcal de las relaciones de género incurren en la consideración errónea de que los hombres y las mujeres son diferentes y, sobre todo, que tienen roles diferentes en la familia y en la esfera pública.

Naturalmente, el escaso interés de algunos países en la promoción del reparto equitativo de responsabilidades entre hombres y mujeres contribuye a disminuir, irremediablemente, su calidad democrática.

Los abusos del feminismo

Con la llegada de la democracia se alcanzó la igualdad jurídica entre la mujer y el hombre. Después se vio que esto no era suficiente, se necesitaba crear instituciones que hicieran posible la igualdad real. Para muchos, que por el contrario, se sienten abusados por el poder que han adquirido las mujeres en ciertos «temas», piensan que el feminismo está dándole la vuelta a la situación, y que en muchos casos se le da ‘ el favor’ mas a las mujeres que a los hombres. Y si, hay mujeres que en vez de empoderar los derechos de la mujer, los echan abajo, abusando de ellos, y aprovechandose de la mirada de instancias que saben la van a ‘victimizar’, mas preocupadas de «vengarse» de los hombres que trabajar en enaltecer a su propio genero.

Es muy serio el hecho de que una mujer invente un maltrato, una violacion o el querer quitarle los hijos al padre de sus hijos por egoismo. Muchas mujeres le han destruido la vida a muchos hombres a causa de esto, y muchos de ellos han terminado alcoholicos, drogadictos o suicidandose a causa de este abuso por parte de la mujer. No se es mejor que un hombre de esa manera, tampoco igual, solo peor, y los derechos de las mujeres con estos ejemplos, son cada vez menos creibles y ridiculizados por muchos, aunque sean importantes.

Se podria decir que le hacen un mas minimo favor a las mujeres de su generacion y a las venideras. No debemos ocuparnos de opacar o maltratar a un hombre por las amarguras que hayan causado otros. Ridiculizarlos y criticarlos no es la forma de mostrar que la revolución feminista es una lucha por la igualdad y que queremos contar con ellos.

El motivo central del feminismo, aseguran sus defensoras, es la lucha por la igualdad. La etiqueta del odio a los hombres es producto o de la difamación o de un malentendido. Pero es tan asi? Bueno, hay tambien mujeres golpeadoras, mujeres abusadoras, mujeres violadoras. Dirian muchos, «eso es deber de los tribunales». Pero si lo es, porque se estan exigiendo derechos para que nos respeten entonces? Muchos dicen lo mismo en el caso de los hombres que cometen crimenes contra de las mujeres. Denuncienlo, juzguenlo. Pero si no hay una ley que avale el ‘juzgamiento’ no sirve de mucho. Lo que pasa hoy. Si se quiere igualdad, las leyes deberian ser solo para juzgar a los hombres, o tambien a la mujer abusadora?

Muchas feministas destacan los defectos masculinos como condenas absolutas, y cualquier objeción a ello se considera un síntoma de complicidad. Si se hicieran estas acusaciones similares contra las mujeres, se tacharían de burda misoginia. Por esto, mostremos una correlacion con lo que estamos defendiendo, y no derribemos el muro de la lealtad y la conciencia que muchas llevan años formando. Porque la proxima debatiente no tendra esa credibilidad;  se la acaba de quitar ‘la que odia a los hombres’, o ‘la que quedo traumatizada’ con algun mal ejemplo que conocio en el camino, y ahora quiere vengarse de todos ellos. Suena conocido, solo que para el lado contrario,no?  Esta vez es un hombre abusado, no una mujer. Seamos justas si queremos combatir con la verdad, la palabra y el ejemplo, con la cabeza en alto. Queremos que sean justas con nosotras? Bueno seamos justas devuelta, mostremoslo con ejemplos. Apoyemos leyes para todos, que condene al que abuse, sea hombre o mujer.  Estariamos de a poco alcanzando una igualdad de genero, no una justicia ladeada mas para un lado que otra. Es egoismo, no igualdad, pensar que las leyes deben favorecer solo a un genero mas que a otro.

Este antagonismo entre los sexos no contribuye a promover una igualdad que aún es incompleta. La obsesión con que los hombres se comportan mal porque a nosotras solamente «no nos gusta» más bien desvía la atención de problemas más importantes, como los cambios necesarios en el lugar de trabajo para facilitar el equilibrio entre la vida laboral y la personal, y los derechos fundamentales de la mujer, que son mas profundos aun.

Aún más, los ataques a los hombres no sólo provocan la antipatía de muchos varones – y unas cuantas mujeres – sino que los empujan hacia subculturas en las que las reflexiones sobre el feminismo se mezclan con la hostilidad y la no credibilidad cuando realmente se quiera debatir en profundidad el problema.

Tenemos tambien el ejemplo de la mujer que justifica y enaltece hasta el minimo al hombre, dejando que su propio genero humano sea pasado a llevar. En la década de los sesenta, Betty Friedan afirmaba que los hombres no eran los malvados, sino unas víctimas más de las presiones sociales y las expectativas de sus mujeres, cuyo sustento y cuya identidad dependían de ellos. Eso empezó a cambiar en los años setenta con el ascenso del feminismo radical y su eslogan “lo personal es político”. Autoras como Andrea Dworkin y Marilyn French representaron a los hombres corrientes como los brutales soldados de a pie del patriarcado.

Ahora, esta tendencia ha alcanzado una nueva cima inquietante: las teorías feministas radicales que consideran que la civilización occidental es un patriarcado han pasado de sus nichos académicos y activistas a la conversación general, amplificadas por las redes sociales. Sean cuales sean las razones de la ola actual de misandria – una palabra usada irónicamente por muchas feministas – , el caso es que existe. Pensemos en la cantidad de neologismos creados para burlarse de unos comportamientos que no son esencialmente masculinos. Sentarse con las piernas abiertas puede ser de hombres, pero también hay mujeres que ocupan un espacio enorme en el transporte público con sus bolsos, sus bolsas y sus pies sobre el asiento. La expresión mansplaining, “explicar como hombre”, se utiliza para calificar cualquier argumento de un hombre que no le gusta a una mujer.

Las cosas han llegado a un punto en el que los ataques superficiales a los hombres son un murmullo constante en los medios digitales más modernos y progresistas. En Broadly, la sección para mujeres de la web Vice incluía hace poco un artículo titulado Un nuevo estudio confirma que los hombres son repulsivos, acompañado de una entrada en su página de Facebook que decía: “¿Eres un hombre? Seguramente eres repulsivo”. El estudio, en realidad, decía algo muy distinto: que la mayoría de hombres y mujeres piensa que, cuando se llama a alguien “repulsivo”, lo normal es que sea un hombre. Si un estudio hubiera descubierto que mucha gente atribuye un rasgo negativo a las mujeres (o a los gais, o a los musulmanes), se habría dicho que era un estereotipo lamentable. Los hombres se la cargan por emitir la más mínima opinión negativa sobre algo relacionado con el feminismo.

Este es un problema importante, y no sólo porque puede hacer que los hombres simpaticen menos con los problemas de las mujeres. En estos días en los que oímos sin cesar que el poder de las mujeres está triunfando y que se acerca “el fin de los hombres” – o al menos, de la virilidad tradicional- , los varones tienen sus propios problemas. En EEUU las mujeres obtienen el 60% de los títulos universitarios; la matriculación de hombres en la universidad permanece estancada en un 61% desde 1994, mientras que la de mujeres ha pasado del 63% al 71%. Los oficios manuales, que eran predominantemente masculinos, están en declive, y mientras aumenta el número de madres solas, muchos hombres carecen de vida familiar. El viejo modelo de matrimonio y paternidad ha quedado obsoleto, pero no terminan de emerger nuevos ideales.

Ridiculizar y criticar a los hombres no es la forma de mostrar que la revolución feminista es una lucha por la igualdad y que queremos contar con ellos. El mensaje de que el feminismo también puede ayudar a los varones se ve menoscabado por guerreras como la australiana Clementine Ford, cuya “misandria irónica” carece muchas veces de ironía e insiste airadamente en que el feminismo sólo defiende a las mujeres. Las burlas sobre las “lágrimas masculinas” – en una camiseta que lucía la escritora Jessica Valenti para retar a sus críticos – parecen especialmente desafortunadas si las feministas quieren poner en tela de juicio el estereotipo del hombre reprimido. Ignorar las falsas acusaciones de violación no es una forma de demostrar que la liberación de la mujer no viola los derechos civiles del hombre. Y decir a los varones que su papel en la lucha por la igualdad de sexos se reduce a escuchar a las mujeres y soportar con paciencia los ataques contra ellos no es la mejor forma de sumarlos a la causa.

El activismo, cada vez más fuerte

En contraposición, hay que destacar la fuerza del activismo por la igualdad, que batalla por defender los derechos de las mujeres en cualquier esfera de la sociedad, siempre en un clima pacífico y de respeto.

En el espacio público internacional son conocidas las campañas o iniciativas de las Naciones Unidas “16 días de Activismo contra la Violencia de Género” o “HerForShe”, y la Iniciativa Spotlight de esta misma organización internacional, en colaboración con la Unión Europea.

Las mujeres, que representamos la mitad de la población mundial, debemos contribuir decididamente al progreso económico y social. Muchas fueron las que en el pasado pusieron los cimientos para alcanzar un futuro más igualitario. Debemos seguir su ejemplo para que las próximas generaciones participen, por fin, en una sociedad en pie de igualdad. Igualdad.

 

 

Etiquetas: 2021derechos humanosDia de la mujerfemicidiosLuchaMujeres
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