En estas elecciones, el país busca zanjar una crisis social y política que estalló hace un año, cuando la Organización de los Estados Americanos (OEA) emitió un informe sobre irregularidades en las elecciones del 20 de octubre pasado, en las que Evo Morales fue declarado presidente para un cuarto mandato consecutivo.
Ante la evidencia de fraude expuesta por la OEA, Morales anunció que convocaría a nuevas elecciones y renovaría todo el órgano electoral.
Dichos cambios no fueron suficientes para algunos gremios del país. La Central Obrera Boliviana, el Alto Mando Militar de las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana le pidieron a Morales que renunciara. Horas después, el líder indígena dimitió.
Tras la renuncia de Evo (hoy exiliado en Argentina), también dejaron sus cargos el entonces vicepresidente, Álvaro García Linera, los miembros de su gabinete, así como los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados.
El 13 de noviembre, la exlegisladora opositora Jeanine Áñez se proclamó presidente interina del país suramericano durante una sesión del Senado sin quórum.
Lo anterior ha generado un clima de incertidumbre que podría resolverse en un mes y medio, cuando se lleven a cabo unas elecciones atípicas -por el contexto de la pandemia- que han sido aplaudidas por la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En este plano, cuatro candidatos presidenciales se perfilan como los favoritos para llegar -o mantenerse- al Palacio Quemado (casa de Gobierno): Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (partido de Evo Morales); Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana (CC) y exmandatario de Bolivia entre el 2003 y 2005; Jeanine Áñez, de la coalición Juntos Avancemos y actual jefa de Estado interina; y Luis Fernando Camacho, de la alianza política Creemos.
Según la última encuesta sobre el escenario electoral en Bolivia, realizada por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Luis Arce encabeza las preferencias con un 41,9% de intención de voto, seguido de Carlos Mesa, con un 26,8% , y de la actual presidenta, con un 13,3% de respaldo.
En este sentido, el doctor en Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Alfredo Serrano, asegura que “ciertamente, con números en la mano, Arce necesita mucho menos para ganar en primera vuelta de lo que precisa Mesa para forzar una segunda”.
“Arce todavía podría llegar a convencer a un sector que no tiene valoración definida sobre él -añade Serrano-, y también podría atraer a los votantes del candidato Chi Hyun Chung (pastor evangélico de origen coreano), por su proximidad en cuanto a algunas ideas y propuestas. (…) En el otro lado estará Mesa, que procurará llamar al voto útil para que no gane el MAS. En la elección de octubre del año pasado le funcionó para crecer, pero no tanto como para forzar una segunda vuelta. Se quedó a 10,3 puntos de diferencia. Ahora puede repetirse una situación parecida, con la particularidad que existe Camacho, el candidato cruceño de ultraderecha, que podría granjear parte del voto en fuga de Áñez y que, además, es mucho más beligerante contra toda propuesta que venga del occidente del país, aunque venga de Mesa”.
La gestión del Gobierno de Áñez frente a la crisis sanitaria generada por el coronavirus (COVID-19) fue una piedra en el zapato para sus aspiraciones políticas. Un 59,8% de los bolivianos tiene una opinión negativa respecto a las medidas adoptadas por el oficialismo durante la pandemia, según la Celag.
En este escenario, y ante el previsible regreso de la izquierda al poder en Bolivia, la coalición oficialista de Alianza Juntos presentó a finales de julio una denuncia formal contra el partido Movimiento al Socialismo para que se cancele su personería jurídica.
La Alianza Juntos alegó que el candidato Luis Arce publicó anticipadamente los resultados de una encuesta interna de intención de voto, lo cual -según la Ley Electoral- no está permitido. El Órgano Electoral Plurinacional aún no se ha pronunciado al respecto.
Mientras tanto, y en lo que parece una estrategia para torpedear las aspiraciones políticas de Carlos Mesa (segundo en los sondeos), la presidenta Áñez le exigió al candidato de Comunidad Ciudadana que se manifieste por los presuntos abusos a menores de edad cometidos por Evo Morales.
“Me indigna cuando otros candidatos se callan, socapan y que no demuestran que este tema es muy delicado y que también los debe indignar. Por eso me dirijo una vez más a Carlos Mesa: pronúnciese señor Mesa, demuestre la indignación que sentimos todas las mujeres con esas acusaciones de violación o de abuso de niñas, no se esconda como lo hizo en noviembre (de 2019), no se esconda como lo hizo hace unas semanas (durante el bloqueo de carreteras)”, manifestó la jefa de Estado.
Evo Morales tiene dos denuncias en su contra por supuesto estupro (delito sexual que se produce cuando una persona, generalmente mayor de edad, mantiene relaciones sexuales con una persona adolescente que consiente la relación). La primera fue planteada por el Ministerio de Justicia, el pasado 20 de agosto, en la que se acusa al exjefe de Estado de sostener una relación amorosa con una menor de edad.
La segunda denuncia fue anunciada el 24 de agosto, cuando el viceministro de Transparencia, Guido Melgar, señaló un presunto abuso por parte de Morales a una adolescente.
En respuesta, el dirigente de Comunidad Ciudadana (agrupación que postula a Mesa), Carlos Alarcón, rechazó las declaraciones de Áñez y advirtió que las palabras de la mandataria evidencian su desesperación por encontrarse en el tercer lugar de las encuestas.
“Áñez está utilizando el cargo de presidenta del Estado y está haciendo abuso de poder, actúa como candidata y despliega una guerra sucia contra Carlos Mesa, porque no tiene ningún chance de ganar las elecciones, porque tuvo una gestión corrupta con elementos esenciales para combatir la pandemia del coronavirus”, aseveró Alarcón.
Por su parte, el Movimiento al Socialismo salió al paso y aseguró que dichas denuncias solo buscan generar “un impacto político-electoral” negativo frente a la campaña para las elecciones.
Así las cosas, lo más probable es que la ficha presidencial del MAS, Luis Arce, se enfrente en una segunda ronda, a finales de noviembre, contra el expresidente de centroderecha Carlos Mesa.
Las normas electorales en Bolivia declaran ganador en primera vuelta al candidato que logre el 50% más uno de los sufragios u obtenga el 40% de los votos con un margen de diferencia de 10 puntos porcentuales frente al segundo.
Bolivia dividida
La violencia electoral en Bolivia empeora cada vez más, a pocas semanas de las elecciones presidenciales. Muchos temen una escalada sangrienta como la de hace un año.
Miguel Roca, político del partido boliviano Comunidad Ciudadana, fue apedreado en el sur de La Paz. También los partidarios del Movimiento al Socialismo, en Santa Cruz, fueron golpeados, y se les impidió realizar un mitin electoral. Un día antes, simpatizantes de ambos partidos habían librado una auténtica batalla callejera en la ciudad de Oruro. Exactamente donde Luis Fernando Camacho, del partido Creemos, fue también el blanco de piedras el 17 de septiembre. Así transcurre la campaña electoral boliviana 2020, antes de las elecciones del próximo 18 de octubre.
Las controvertidas elecciones de hace un año dejaron al menos 35 personas muertas y más de 800 heridos. Mientras tanto, hay temor de que en poco menos de cuatro semanas para las elecciones se produzcan disturbios sangrientos: las divisiones políticas y sociales son demasiado profundas y el clima está demasiado envenenado. Incluso la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y la autoridad electoral boliviana han instado ahora a todos los actores políticos y simpatizantes a renunciar a la violencia.
Miguel Roca, político del partido boliviano Comunidad Ciudadana, fue apedreado en el sur de La Paz. También los partidarios del Movimiento al Socialismo, en Santa Cruz, fueron golpeados, y se les impidió realizar un mitin electoral. Un día antes, simpatizantes de ambos partidos habían librado una auténtica batalla callejera en la ciudad de Oruro. Exactamente donde Luis Fernando Camacho, del partido Creemos, fue también el blanco de piedras el 17 de septiembre. Así transcurre la campaña electoral boliviana 2020, antes de las elecciones del próximo 18 de octubre.
Las controvertidas elecciones de hace un año dejaron al menos 35 personas muertas y más de 800 heridos. Mientras tanto, hay temor de que en poco menos de cuatro semanas para las elecciones se produzcan disturbios sangrientos: las divisiones políticas y sociales son demasiado profundas y el clima está demasiado envenenado. Incluso la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y la autoridad electoral boliviana han instado ahora a todos los actores políticos y simpatizantes a renunciar a la violencia.
En estos tiempos es casi imposible encontrar a alguien que tenga una visión neutral e imparcial de Bolivia. El español César Muñoz es uno de ellos. Él ha trabajado para la organización no gubernamental Human Rights Watch durante seis años y conoce Bolivia como la palma de su mano. “La justicia como arma – la persecución política en Bolivia” es el título de su último informe, que revela sin reparos que Bolivia va camino de volver a la Edad de Piedra.
Su conclusión después de 90 entrevistas con políticos, activistas de derechos humanos y testigos de la violencia: “Lo que Bolivia necesita es una reforma judicial. Se necesita un Poder Judicial independiente, que no esté allí para perseguir a los opositores políticos, y que no se utilice como un arma política.”
Observadores internacionales presentes
La Unión Europea envía una misión de expertos electorales para observar las elecciones generales de Bolivia, el 18 de octubre. El que los comicios bolivianos hayan sido pospuestos dos veces debido a la pandemia de COVID-19 dejó con las maletas hechas a los más de cien observadores europeos que iban a asistir -en principio, entre marzo y mayo de este año- al proceso electoral del país andino.
Ahora, debido a la pandemia, para los comicios del 18 octubre, sólo cinco o seis expertos se desplazarán hasta Bolivia para observar los comicios y luego emitir un informe analizando el proceso y la jornada electoral de acuerdo a estándares nacionales e internacionales.
“La organización de elecciones genuinas y creíbles es de suma importancia para el pueblo boliviano, que está dispuesto a reafirmar su compromiso con los valores democráticos y restaurar la tan necesaria estabilidad del país”, anunció Josep Borrell, Alto Representante de la Política Exterior de la UE, el 08.09.2020.
“A pesar del difícil contexto en relación con la pandemia de COVID-19, que nos ha llevado a suspender o cancelar el despliegue de algunas Misiones de Observación Electoral de la UE, seguimos estando al lado de Bolivia para ayudar al país a lograr su objetivo”, sigue Borrell en el comunicado.
Por su parte, Isabel Santos, europarlamentaria que iba a presidir la misión original, declara en el comunicado: “El despliegue de esta misión refleja el compromiso inquebrantable de la Unión Europea de apoyar elecciones democráticas en Bolivia y, al mismo tiempo, garantizar la salud de las personas en un contexto en el que todos los países, incluso en Europa, todavía están luchando contra la pandemia de COVID-19”.
Ya en febrero de este año, una misión técnica de la UE había estado en el terreno para determinar si lo que cabía era una misión de abordaje técnico o una misión prolongada. Cabe recordar que la UE ha seguido de cerca el proceso boliviano de los últimos años. En 2006 acompañó las elecciones para la Asamblea Constituyente y el referéndum acerca de la autonomía regional.
Una misión de Bruselas había acompañado ya el referéndum constituyente de enero de 2009 y las elecciones presidenciales y parlamentarias de diciembre de 2009. Para los comicios de 2009 y 2014 se envió una misión de observación prolongada. Para los de 2016 y 2019, solamente una misión técnica.
“Antes de decidir si aceptamos la invitación, analizamos si hay condiciones y si hay interés”, explica Santos. En la penúltima convocatoria -a la cual se presentó el expresidente Morales a pesar de que en referéndum los bolivianos se habían negado a un nuevo mandato-, ¿no había condiciones?
“Somos observadores, no tomamos partido”, respondió Santos, sin querer entrar a hacer una valoración de las controvertidas elecciones de octubre de 2019, que llevaron a la salida del expresidente Evo Morales, del poder. “Es esa misma distancia la que blinda a los observadores de posibles presiones en el terreno, vengan de quien vengan”, dijo Isabel Santos a DW a mediados de marzo, poco antes de que, debido a la pandemia, se suspendieran las elecciones.
En este caso, la falta de condiciones para un despliegue mayor se produce, por la situación epidemiológica actual y no tanto por el convulso panorama político boliviano. Y aunque la capacidad de una pequeña misión de expertos, obviamente, no es la misma, “confío en que la Misión de Expertos Electorales brindará una importante contribución a la democracia en Bolivia”, afirma Santos.
(Fuentes: CNN, DW)