• Iniciar sesión
Carro / €0.00

No hay productos en el carrito.

Retail
Sin resultados
Ver todos los resultados
Miércoles, Mayo 25, 2022
Whatsapp
  • Inicio
    • Política de privacidad
    • Términos y Condiciones
    • Sobre nosotros
  • Noticias en Noruego
  • Música y novedades
  • ¡Entretención al máximo!
  • Zona de Dj
Retail
Miércoles, Mayo 25, 2022
  • Iniciar sesión
Sin resultados
Ver todos los resultados
Whatsapp
Inthemixstyle
Sin resultados
Ver todos los resultados
Portada Noticias

Serán los Cubanoamericanos o los Evangelistas que ganaran las elecciones en EEUU este 3 de noviembre?

Una vez más, Florida parece ser fundamental para las elecciones estadounidenses. Trump y Biden enfrentan una pregunta que se ha extendido varias veces antes y que podría decidir una parte crucial de los votos: Quien decidira estas elecciones 2020?

Karina Svendsen por Karina Svendsen
Hace 2 years
en Noticias
Tiempo en leer :19 min/s de lectura
A A
0
Compartido
2k
Vistas
Compartir en FacebookCompartir en RedditCompartir en TwitterCompartir en TelegramCompartir en WhatsappCompartir en E-mailPinterestQR Code

Iniciar sesión con

Facebook Google

Donar

¡Apóyanos con una donación!

Donar

Los votantes de estas elecciones decidirán este 3 de noviembre si Donald Trump permanece en la Casa Blanca por otros cuatro años o si es Joe Biden que sigue la presidencia y el legado constitucional americano.

El presidente republicano está siendo desafiado por el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, mejor conocido como el vicepresidente de Barack Obama, pero que ha estado en la política estadounidense desde la década de 1970.

Biden lidera las encuestas presidenciales nacionales

Las encuestas nacionales son una buena guía sobre la popularidad que tiene un candidato en el país, pero no son necesariamente una forma definitiva o segura de predecir el resultado final de las elecciones.

En 2016, por ejemplo, Hillary Clinton lideró las encuestas y ganó casi tres millones de votos más que Donald Trump, pero aún perdió, y esto se debe a que EE. UU. tiene un sistema de colegio electoral, por lo que ganar la mayor cantidad de votos no siempre te hace ganador en una elección.

Dejando de lado esa salvedad, Joe Biden ha estado por delante de Donald Trump en la mayoría de las encuestas nacionales desde principios de año. Ha rondado el 50% en los últimos meses y ha tenido una ventaja de 10 puntos en varias ocasiones.

En el sistema de ‘colegios electorales’ que utiliza Estados Unidos para elegir a su presidente, cada estado recibe una cantidad de votos según la cantidad de miembros que envía al Congreso: la Cámara y el Senado. Hay un total de 538 votos en los colegios electorales en juego, por lo que un candidato debe llegar a un minimo de 270 para poder ganar. Según Real Clear Politics, Biden tiene asegurado hasta el momento 226 votos electorales, Trump 125,  y están en disputa los 187 restantes.

Elecciones 2020, Trum vs Biden

Por el momento, las encuestas en los estados del “campo de batalla” se ven bien para Joe Biden, pero las cosas pueden cambiar muy rápidamente, especialmente cuando Donald Trump está involucrado.

Las encuestas sugieren que Biden tiene grandes ventajas en Michigan, Pensilvania y Wisconsin, tres estados industriales que su rival republicano ganó por márgenes de menos del 1% para lograr la victoria en 2016.

Pero hay dos grupos grandes que pueden decidir las elecciones presidenciales: Los evangelistas y los cubanoamericanos en Florida. 

Teniendo en cuenta los millones de dólares en inversión publicitaria en televisión del Partido Demócrata y Republicano, la batalla electoral se concentra en Pensilvania, con 20 votos electorales y la Florida con 29, considerados los estados más competitivos y decisivos en estas elecciones. Varios estudios indican que si el mandatario Donald Trump no triunfa en la Florida perderá la reelección.

El candidato demócrata va liderando también en la Florida, por un promedio de 2 puntos. Según Real Clear Politics el 47.8% de los encuestados señalaron que votarían por Biden, mientras que el 45.8 % lo harían por Trump. Es precisamente en ese estado donde reside el 70% de la comunidad cubanoamericana, con más de 1 millón 200 mil personas. De ellos alrededor de 650 mil están registrados para votar, lo que representa el 6% del electorado.

El voto anticipado, todo un exito

Se calcula que más de 25 millones de votos ya han sido emitidos de manera anticipada, tanto en las urnas como por correo, según cifras recogidas por el Proyecto Electoral de Estados Unidos. Eso corresponde al 18% de todos los votos que se emitieron en 2016, agrega la organización.

La votación anticipada ha comenzado en más de 20 estados antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre y la participación ya ha superado con creces las contiendas anteriores. La alta participación temprana está llevando a los expertos electorales a predecir que este año se puede emitir un récord de 150 millones de votos y las tasas de participación podrían ser más altas que en cualquier elección presidencial de Estados Unidos desde el año 1908.

Elecciones EEUU 2020

No está claro cuándo se conocerá al ganador de la contienda, ya que aunque tradicionalmente los datos han estado claros en la misma noche electoral, algunos estados clave podrían retrasar los resultados si se dispara el voto por correo. Persiste la duda también sobre cuál puede ser la reacción de Trump ante una hipotética derrota.

Además de eleccion de presidente, los estadounidenses también están llamados el 3 de noviembre a renovar en su totalidad la Cámara de Representantes, dominada actualmente por el Partido Demócrata y una tercera parte del Senado – controlado por el Partido Republicano.

Los Cubanoamericanos

Es un debate que muchos analistas consideraban ya en el pasado. Pero si uno lo piensa bien, esta mas vigente que nunca. Porque los cubanoamericanos siempre han sido un punto de conflicto y de debate tanto para los americanos, como para Cuba y Latinoamerica. Para bien como para mal.

Históricamente los votantes cubanoamericanos han favorecido al Partido Republicano, aunque esa tendencia se ha ido debilitando en los últimos años. Es por ello que ambos partidos se empeñan en asegurar la mayor cantidad de votos de esa comunidad teniendo en cuenta lo reñida de la contienda, y que pudiera decidir en caso de ser muy cerrada la competencia.

En ese contexto se realizó una nueva encuesta de la Universidad Internacional de la Florida sobre la posición de los cubanoamericanos, que se realiza cada dos años desde la década de 1990. Los resultados fueron publicados este viernes y se basan en una encuesta telefónica – entre el 7 de julio y el 17 de agosto de 2020- a 1002 cubanoamericanos que residen en el Condado de Miami- Dade. Los criterios de los entrevistados son muy diversos y ambivalentes, aunque existen mayores porcientos de coincidencia en algunos temas como el manejo del presidente Trump de la economía, la atención médica y la política hacia la Isla.

El estudio muestra que el 59% de los cubanoamericanos entrevistados señaló que votaría por Trump, y solo un 25% lo haría por Biden. El 68% aprueba la imposición de nuevas sanciones para forzar un “cambio de régimen” en Cuba y el 54% respalda el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno estadounidense contra su país de origen.

No obstante, el 66% considera que el bloqueo no ha funcionado o no ha funcionado muy bien, y el 57% apoya suspender las sanciones a Cuba durante la pandemia de la COVID-19. El 58% aprueba la reanudación de la expedición de visas en la embajada estadounidense en La Habana y el 60% el programa de reunificación familiar.

También la investigación muestra que la comunidad respalda algunas de las políticas implementadas por el entonces presidente Barack Obama hacia Cuba. El 74% apoya la venta de medicamentos, el 69% la venta de alimentos, el 65% la reanudación de los viajes en avión a todas las regiones del país y el 58% en mantener las relaciones diplomáticas.

Cuando Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, viajó a La Habana en 2016 para “enterrar los vestigios de la Guerra Fría” entre los dos países, el apoyo tentativo de muchos cubanoamericanos sorprendió hasta a los demócratas mas esperanzados. Ese otoño, Hillary Clinton, que había pedido que se pusiera fin “de una vez por todas” al embargo económico de Estados Unidos contra Cuba, ganó más votos cubanos en Florida que los obtenidos por Obama en 2012.

Cuatro años más tarde, sin lugar a duda, la Guerra Fría ha resucitado. En un aluvión de medidas punitivas, Trump restringió los viajes a la isla, bloqueó las inversiones y retiró a la mayoría de los diplomáticos estadounidenses que estaban en La Habana. Se han reducido drásticamente las visas para los cubanos que quieren visitar o unirse a sus familias en Estados Unidos. Su gobierno incluso ha comenzado a limitar las formas en que los cubanoamericanos pueden enviar dinero a sus familiares.

Pero aunque los cubanoamericanos se oponen a muchas de esas políticas específicas, según una encuesta realizada este verano por la Universidad Internacional de Florida (FIU), dos tercios apoyan la postura de Trump de confrontación hacia el gobierno comunista de la isla.

Elecciones 2020, cubanoamericanos

Por otro lado, Biden sostiene que la mano dura del presidente debe juzgarse por los resultados, no por la retórica. En una visita a Miami este mes, afirmó que la política del gobierno actual no está funcionando: “Cuba no está más cerca de la democracia que hace cuatro años”.

En los últimos siete meses se ha incrementado la polarización política y el actual gobierno ha incentivado la división, el odio y la violencia en la sociedad estadounidense. En ese ambiente la extrema derecha cubanoamericana promueve que el ejecutivo estadounidense escale en la hostilidad contra la Revolución Cubana, empleando como pretexto la supuesta “amenaza comunista”. Lo insólito es que en esta ocasión acusan a los demócratas de abrazar las ideas socialistas, lo que no tiene ninguna sustentación teórica ni práctica en la realidad.

Forma parte de su estrategia de promover el miedo, el caos y la incertidumbre dentro de la comunidad cubanoamericana. Trump utiliza a la extrema derecha de origen cubano para desacreditar a los demócratas y exacerbar la fobia contra el socialismo. Además, es evidente que existe una mutua conveniencia al emplear a los cubanoamericanos como punta de lanza en la comunidad latina, la cual abrumadoramente rechaza al inquilino de la Casa Blanca.

ANUNCIOS

En las últimas semanas se aprecian acciones desesperadas ante una posible derrota electoral republicana. Fue el panorama que se vivió en el primer debate presidencial, que dejó mucho que desear por la actuación bochornosa de Trump, quien en medio del show mostró serios problemas de personalidad y empleó su principal arma política: la mentira.

Recientemente el diario The Washington Post reconoció que presidentes anteriores han mentido o tergiversado la verdad, pero las distorsiones de Trump son de una escala épica. Hasta julio, según una base de datos mantenida por el Post, Trump había hecho más de 20 mil declaraciones falsas o engañosas en apenas tres años y medio, incluidas más de mil exclusivamente sobre el coronavirus. Las afirmaciones falsas más comunes son que ha sido partícipe del mejor momento de la economía de todos los tiempos, y que aprobó la mayor reducción de impuestos de la historia.

Dentro de esas reiteradas mentiras están las dedicadas a atacar a Cuba e intentar distanciar a la comunidad cubanoamericana de su Patria, sembrando el odio y la desidia. Para esos propósitos destinan millonarias sumas de dinero y emplean todos los métodos a su alcance, entre ellos las redes sociales de internet. Era de esperar que esas posiciones serían atizadas por Trump en el próximo debate presidencial previsto para el 15 de octubre justamente en Miami.

Hace más de un siglo el más universal de los cubanos José Martí recorrió varias ciudades estadounidenses para contribuir a la divulgación de la labor que se realizaba en la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba, sometida como colonia y amenazada por las apetencias del “vecino pujante y ambicioso”. El 26 de noviembre de 1891, pronunció un emotivo discurso en el Liceo Cubano de Tampa y que se conoce por la frase “Con todos y para el bien de todos”. Por su vigencia comparto solo un fragmento: “¡Basta de meras palabras! De las entrañas desgarradas levantemos un amor inextinguible por la Patria sin la que ningún hombre vive feliz, ni el bueno ni el malo”.

No obstante, los analistas han dicho que si las encuestas recientes son confiables, Trump podría ganar el 60 por ciento del voto cubanoamericano, superando el 50-54 por ciento que ganó en las elecciones de 2016. “Trump se ha disparado en las cifras de las encuestas de los hispanos”, dijo el presidente a un grupo de simpatizantes cubanoamericanos en la Casa Blanca el mes pasado. “Supongo que ellos no sabían que a ustedes yo los amo”.

Aunque se ha apretado la carrera en Florida, queda por ver si el problema de Cuba sigue siendo lo suficientemente potente, casi 62 años después de la revolución cubana, para que el estado, y sus 29 votos electorales, dé un giro; Florida, junto con Nueva York, tiene el tercer mayor número de votos electorales, después de California y Texas. Los dos tercios de los cubanoamericanos que viven en Florida solo representan alrededor del 5 por ciento de sus aproximadamente 14 millones de votantes. Pero sus opiniones cambiantes sobre la política estadounidense nuevamente llaman mucho la atención en un estado que sigue estrechamente dividido entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata.

“Claramente esta es una línea más dura” hacia Cuba, dijo Guillermo Grenier, un sociólogo de la Universidad Internacional de Florida que ha supervisado las encuestas sobre las percepciones de los cubanoamericanos durante casi 30 años.

Para la vieja guardia de Miami, que huyó de Cuba después de la revolución de 1959, el intento de Obama de incitar el cambio a través de un compromiso más estrecho siempre fue peligrosamente ingenuo. Al no condicionar su apertura a las mejoras en derechos humanos, argumentaron, Obama le lanzó al entonces presidente Raúl Castro un salvavidas económico sin exigir nada a cambio. La continua represión a partir de entonces por parte del gobierno cubano a los que critican al régimen fue completamente predecible.

Aun así, los demócratas confiaban en que la demografía cubanoamericana estaba cambiando a su favor. A pesar de la obstinación de los ancianos cubanos, sus hijos y sus nietos parecían estar menos aferrados al enfoque coercitivo que durante tanto tiempo no había logrado un cambio significativo en el país. Los inmigrantes más recientes — que por lo general son más escépticos de que se pueda derrocar el gobierno de Cuba y están más conectados con familiares en la isla— también apoyaron mayor libertad para viajar y vínculos económicos más estrechos con su pais de nacimiento.

Entonces, después de años de creciente apoyo cubanoamericano al Partido Demócrata, uno de los resultados más llamativos de la encuesta de la FIU fue el 76 por ciento de los inmigrantes cubanos recientes que informaron haberse registrado como republicanos. Solo el 5 por ciento de los encuestados, los que llegaron a Estados Unidos entre 2010 y 2015, afirmaron ser demócratas; el resto se autodescribió como independiente.

A pesar de que los demócratas han ganado terreno, el Partido Republicano ha estado más activo y mejor organizado entre los latinos del sur de Florida. Los partidarios de la línea dura hacia Cuba siguen siendo poderosos en los medios de comunicación locales en español. “Para los republicanos, Miami siempre es un partido en casa”, dijo Ana Sofía Peláez, líder del Miami Freedom Project, un grupo cubano progresista enfocado en temas sociales.

El mayor influencer ha sido el propio Trump. Sus advertencias de que los demócratas entregarán a Estados Unidos al socialismo, aunque a algunos votantes les parezcan absurdas, se han repetido constantemente en campañas publicitarias y en las redes sociales que apuntan a los refugiados venezolanos y nicaragüenses en Florida, así como a los cubanos. Se “juega” mucho con este discurso para ganar votos y simpatia. La supuesta amenaza de los autodenominados demócratas socialistas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez ha sido un tema fundamental de esa campaña, que ha establecido al menos una coherencia nocional entre la política interna de Trump y su postura belicosa hacia los regímenes de izquierda en América Latina.

El unico que ha insinuado algo por el lado socialista ha sido Bernie Sanders que se postuló abiertamente como socialista democrático en las primarias del Partido Demócrata de 2015-2016 y mostró que la identidad socialista podía ser estimulante en lugar de alienante. También lo hizo Alexandria Ocasio-Cortez, quien desde su inesperada victoria en las primarias en su distrito de Nueva York y su posterior elección para la Cámara de Representantes se convirtió en una de las legisladoras más destacadas del país. Tanto Ocasio-Cortez como Rashida Tlaib, de Detroit, también nueva en la Cámara de Representantes, pertenecen a los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (dsa, por sus siglas en inglés), quienes multiplicaron por diez su número de integrantes en los últimos años.

La opinión pública también ha cambiado. Entre los miembros del Partido Demócrata, existe una opinión más positiva sobre el socialismo que sobre el capitalismo. Lo mismo ocurre con los estadounidenses de entre 18 y 29 años: en 2018, 51% tenía una visión positiva del socialismo, frente a 45%, que tenía una visión positiva del capitalismo4. Cuando Fox News publicó un gráfico en el que se enumeraban las propuestas de Ocasio-Cortez, entre ellas la atención médica universal financiada por el Estado, la joven diputada no tuvo problema en retuitearla y usarla como publicidad5.

Este cambio no es una ilusión. El espectro político estadounidense está cambiando, y el país está ahora más abierto a la izquierda y a sus ideas que en ningún otro momento de las últimas décadas. Sin embargo, la izquierda todavía enfrenta importantes obstáculos institucionales y estructurales. Su impacto en los próximos años dependerá de las estrategias que utilice para enfrentar esos desafíos y de las fuerzas que pueda congregar para superarlos.

Analizar la situación de la izquierda plantea inmediatamente un problema de definición. El ala izquierda del espectro político en EEUU es a menudo denominada «liberal», mientras que para la derecha se reserva el mote de «conservadora». (Si bien en la mayoría de los países los «liberales» pertenecen a la centroderecha del espectro político, en la jerga estadounidense «liberal» refiere a aquellos que apoyan las acciones del gobierno para dar respuesta a las cuestiones sociales). Quienes están a la izquierda de los liberales suelen denominarse «progresistas», aunque el concepto carece de una definición precisa. A su izquierda están los socialdemócratas, que probablemente representan el punto de quiebre en el que la gente rechaza la etiqueta de «liberal» e insiste en identificarse con la «izquierda». Y a la izquierda de los socialdemócratas están los socialistas democráticos, cuya mayoría asume una identidad anticapitalista. Por último, existen varios grupos marxistas y radicales cuyas visiones ideológicas los alejan de la política electoral, si bien tienen la capacidad de movilizarse en torno de diversas causas específicas.

Para entender cómo creció la izquierda y la forma que adoptó, es importante retroceder una generación. Durante la mayor parte de las últimas décadas, la izquierda operó en terrenos inhóspitos. En una novela satírica publicada en 2006, por ejemplo, Chris Bachelder imaginó el repetido asesinato y resurrección de un periodista de principios del siglo xx, Upton Sinclair. (Sinclair se postuló para gobernador de California en 1934 con la plataforma independiente «Acabemos con la pobreza en California», inspirada en ideas socialistas). En la novela, uno de los personajes afirma: «Puede que la izquierda esté muerta… pero el miedo y el odio a la izquierda nunca morirán. Es una pasión estadounidense». Es lo que parecía suceder en 2006, cuando la izquierda operaba desde los márgenes: se trataba más de una subcultura que de una fuerza política.

El nadir del poder de la izquierda estadounidense probablemente llegó en la década de 1990 y principios de la década de 2000. El fin del sistema soviético fue interpretado en EEUU como una victoria del capitalismo liberal, completamente confiado en que encarnaba el «fin de la Historia». El presidente Bill Clinton pertenecía al sector centrista del Partido Demócrata y consideraba que el partido debía emprender un movimiento táctico hacia el «centro». Muchos de los principales logros legislativos de Clinton, entre ellos un proyecto de ley contra el delito que atizó el problema del encarcelamiento masivo y una ley que reformó el sistema de bienestar social de los pobres hasta volverlo virtualmente inexistente, promovieron objetivos de larga duración de los republicanos.

Al igual que Trump en 2016, el sucesor republicano de Clinton en la Casa Blanca, George W. Bush, fue elegido en 2000 con una minoría del voto popular, pero con una mayoría en el Colegio Electoral (algo que fue posible solo gracias a que la Corte Suprema decidió suspender el recuento de los votos en el estado de Florida, en un fallo en el que los cinco jueces republicanos se impusieron a los cuatro designados por los demócratas). Esto fue polémico, pero las diferencias entre Al Gore y Bush, ambos en carrera hacia el centro del espectro político, parecían relativamente menores en ese momento. Una de las particularidades de la elección de Florida fue el casi 5% de los votos que recibió el activista político Ralph Nader, quien se postuló por el Partido Verde y atrajo principalmente a los votantes de la izquierda distanciados del Partido Demócrata de la era Clinton. Independientemente de que sea justo o no culpar a Nader por la derrota de Gore, en lugar de responsabilizar a la Corte Suprema (o al propio Gore), la campaña de Nader demostró el potencial peligro de organizarse por fuera del Partido Demócrata en un sistema de votación como el estadounidense, donde «el ganador se lleva todo».

Otro factor importante del éxito de Trump con los votantes cubanoamericanos ha sido su voluntad de hacer presencia. Algunos críticos se burlaron de Trump el mes pasado cuando recordó un “hermoso” premio que dijo haber recibido de los veteranos de la fallida invasión de Bahía de Cochinos. (Se desconoce la existencia de tal premio). Pero tampoco hace falta que demuestre su lealtad a la causa. La primera parada durante la incursión inicial de Trump en la campaña presidencial en 1999 fue el museo y biblioteca de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos en la Pequeña Habana de Miami. “Mi política”, dijo entonces, “es que hay que mantener la presión sobre Castro”.

Como presidente, Trump ha tratado de incrementar esa presión. Además de bloquear el turismo, las inversiones y el comercio, prácticamente clausuró la embajada de Estados Unidos en La Habana, cuando se registraron ataques misteriosos a diplomáticos. Las visas para que los cubanos visiten Estados Unidos se redujeron a 10.167 el año pasado, desde un máximo de 41.001 en 2014. Su gobierno también suspendió un programa de reunificación familiar que desde 2007 había autorizado a más de 125.000 cubanos a reunirse con familiares en Estados Unidos, y aumentó la deportación de solicitantes de asilo cubanos.

La respuesta de los cubanoamericanos a esas medidas ha sido contradictoria. En la encuesta de la FIU, el 71 por ciento de los encuestados afirmó que el duradero embargo económico de Estados Unidos contra Cuba no ha funcionado; sin embargo, el 60 por ciento opinó que debería mantenerse. Muchos de ellos también dijeron que la política de Washington hacia Cuba era menos importante para ellos que otros temas, incluidos la economía, la atención médica, las relaciones raciales e incluso las políticas hacia China. Al parecer tampoco les importa que Trump haga negocios con gobiernos “dictatoriales”, o “comunistas”. Pero con Cuba si les importa un bloqueo.

Los demócratas de Florida admitieron que han tenido poco éxito al tratar de centrar la atención en el daño colateral que las políticas de Trump han causado a los cubanos en la isla. Es posible que los demócratas hayan hecho aún menos para defender la política del gobierno de Obama, la idea de que un contacto más cercano con Estados Unidos es la mejor manera de impulsar al gobierno cubano hacia una mayor libertad política y económica para la isla.

Los Evangelistas – una fuerza clave en las elecciones

Cuatro décadas después de haber sacudido la política de este país, ese grupo religioso es hoy un pilar electoral del Partido Republicano y del presidente Donald Trump, que busca otro mandato en noviembre.

Donald Trump recibió un amplio respaldo evangélico en las elecciones de 2016, que mantiene en buena medida, pese a sus polémicas.

En las elecciones de 2016 en EE.UU., uno de cada cuatro votantes se identificó como cristiano evangélico blanco, según encuestas. Y la gran mayoría de ellos (81%) votó por Trump.

Elecciones 2020

El presidente “va a necesitar eso y quizás más para ganar en noviembre, así que son muy influyentes”, dice John Fea, un profesor de historia en la Universidad Messiah de Pennsylvania autor del libro “Créeme: el camino evangélico a Donald Trump”.

Pero para entender el verdadero peso político de los evangélicos en EE.UU. y su improbable alianza con Trump, es necesario retroceder un poco en el tiempo.

Los evangélicos entraron a la arena política de EE.UU. como reacción a la legalización del aborto en el caso de Roe vs. Wade de la Corte Suprema en 1973 y al avance de una agenda progresista en el gobierno del demócrata Jimmy Carter (1977-1981).

Líderes religiosos conservadores contrarios al aborto y la diversidad sexual, con el pastor televangelista Jerry Falwell a la cabeza, fundaron en 1979 la organización Mayoría Moral para movilizar fieles a favor de políticos que defendieran sus causas.

En las elecciones de 1980, dos de cada tres votantes evangélicos blancos apoyaron al candidato presidencial republicano Ronald Reagan, quien venció a Carter con su discurso conservador, opuesto al comunismo.
Así surgió la unión política entre republicanos y evangélicos, que hasta hoy mantienen al tope de sus aspiraciones anular Roe vs. Wade y colocar jueces conservadores en la Corte Suprema.

Elecciones 1980 Reagan

Los evangélicos blancos han sido un bloque electoral más conservador y numeroso que los evangélicos afroestadounidenses, que priorizan la “justicia racial” y por lo tanto tienden a apoyar mayoritariamente a los demócratas, explica Fea.

Y apunta que, a diferencia de los protestantes no evangélicos o católicos, los evangélicos blancos “están mucho más unificados, forman un bloque de ‘fuertes’ votantes”.

“En cierto sentido, quieren que se realicen sus aspiraciones políticas, por lo que el fin justifica los medios”, dice. “Pero desde fines de los años ’70 y ’80 los evangélicos blancos también han sido tentados por el poder político: les gusta estar en el Despacho Oval” de la Casa Blanca.

“Hemos visto durante mucho tiempo que los protestantes evangélicos blancos están entre los votantes republicanos más consistentes de EE.UU. y entre los partidarios más fuertes, leales y consistentes de Donald Trump”

El peso electoral de los evangélicos blancos en EE.UU. hoy es bastante mayor que su decreciente presencia demográfica.

En 2016 eran 17% del total de la población, seis puntos menos que una década antes, según el Instituto de Investigación de Religión Pública en Washington.

Se estima que en los últimos cuatro años la proporción de evangélicos blancos en EE.UU. cayó otros dos puntos, hasta 15% de la población.

La unión de evangélicos y Trump suele verse como una extrañeza de la política de EE.UU.: religiosos que predican sobre moral aliados a un hombre acusado de infidelidades matrimoniales, casado tres veces, que se ha expresado de forma obscena sobre las mujeres y agresiva sobre los inmigrantes.

Pero Trump recibió en 2016 un apoyo de los evangélicos blancos aún mayor que sus antecesores republicanos.

Y, si bien la aprobación de los evangélicos blancos a Trump cayó algunos puntos en medio de la crisis de coronavirus y las protestas por injusticia racial, cerca de ocho de cada 10 votantes de ese grupo aún se inclinan a votar por él, según encuestas.

El bajo nivel de apoyo de los blancos evangélicos al candidato demócrata Joe Biden contrasta con el amplio respaldo que recibe entre los protestantes afroamericanos (cercano a 90% en un reciente sondeo de Pew) y el hecho de que es favorito en las encuestas de votantes en general.

El respaldo de los evangélicos blancos a Trump es atribuido a la ansiedad que sienten ante los cambios raciales y culturales que EE.UU. tuvo en las últimas décadas.

“Trump representa al hombre fuerte que creen que necesitan para salvar a EE.UU. del liberalismo”, indica Posner. “Lo ven no necesariamente como un cristiano como ellos, sino como un líder improbable que Dios ha ungido para salvar a EE.UU.”

Su campaña también apuesta a atraer votantes evangélicos negros y latinos, que tienen posturas conservadoras en temas como el aborto pero son más abiertos a la inmigración y las políticas sociales, lo cual puede inclinarlos por Biden.

Así, la elección será una nueva prueba de fuerza para los evangélicos de EE.UU. y su peculiar alianza con el presidente.

“La participación electoral entre los evangélicos blancos será muy importante para Trump: necesita que salgan en grandes cantidades. Si no”, advierte Posner, “será mucho más difícil para él ganar”.

 

Siga a Inthemixstyle en

Recuentos de votos en el Congreso

El dictamen del Colegio Electoral quedará reflejado en un ‘certificado de voto’ que se remitirá al Congreso y a los Archivos Nacionales. El 6 de enero, y en una sesión conjunta, el Poder Legislativo recibe los votos para contarlos y certificarlos.

El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, en calidad de presidente del Senado, será el encargado de dirigir la sesión de recuento y anunciar quiénes han sido finalmente elegidos para los dos principales puestos del país. Pence deberá por tanto decir si repite junto a Trump o, en cambio, ambos ceden el testigo a Biden y a su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris.

La investidura, el 20 de enero

La fecha de la ceremonia de investidura tampoco varía y será el 20 de enero de 2021. Ese día, el presidente electo deberá jurar el cargo en las escaleras del Capitolio ante el presidente del Tribunal Supremo e iniciar oficialmente un mandato de cuatro años, el último en caso de que Trump logre mantenerse en el Despacho Oval.

Este límite de dos mandatos se estableció en 1951 con la XXII Enmienda de la Constitución estadounidense. En el caso de Biden, que sí tendría derecho a completar ocho años en la Casa Blanca, se da la circunstancia de que tomaría posesión con 78 años, una edad sin precedentes para un presidente de Estados Unidos.

 

Etiquetas: Biden vs TrumpCubanoamericanosElecciones EEUU 2020Evangelistas
CompartirCompartirTweetCompartirEnviarEnviarMarcarEscanear

Recibe notificaciones de esta categoria.

Dejar de suscribir
ANUNCIOS
Publicación anterior

Se esperan nuevas y fuertes restricciones en Oslo a partir de este jueves 29 de octubre

Siguiente publicacion

Chile: Se aprueba por amplia mayoría proyecto de segundo retiro del 10% de AFP

Siguiente publicacion
Segundo Retiro, Pamela Jiles

Chile: Se aprueba por amplia mayoría proyecto de segundo retiro del 10% de AFP

ANUNCIOS
ANUNCIOS

Buscar

Sin resultados
Ver todos los resultados
Descarga nuestra app en:
play-store

© 2022 INTHEMIXSTYLE

  • Iniciar sesión
  • Carro
Sin resultados
Ver todos los resultados

© 2022 INTHEMIXSTYLE

Bienvenido nuevamente!

Iniciar sesión usando Facebook
Iniciar sesión con Google+
O

Inicie sesión en su cuenta a continuación

¿Contraseña olvidada?

Recupera tu contraseña

Ingrese su nombre de usuario o dirección de correo electrónico para restablecer su contraseña.

Iniciar sesión

Agregar nueva lista de reproducción

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?
-
00:00
00:00

Cola

Update Required Flash plugin
-
00:00
00:00
Hide picture