La Amazonia brasileña arde como nunca. En los casi ocho primeros meses del año se han producido casi un 84% más de incendios que en el mismo periodo —entre enero y el pasado lunes— de 2018, el ritmo más alto desde que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) comenzó la medición en 2013.
La Amazonía brasileña, considerada el “pulmón del planeta”, lleva más de 17 días incendiándose y en los últimos dos días se han registrado al menos 5.253 focos de incendios.
Entre enero y agosto de 2019 se han registrado un total de 71.497 siniestros de esta naturaleza, un número considerablemente superior a las 39.194 quemas que ocurrieron en el mismo período de 2018.
En lo que va de año, Brasil ha sufrido 72.843 focos, más de la mitad de ellos en la región amazónica, según los datos del INPE, el ente que se encarga de monitorizar la deforestación de la zona selvática a través de imágenes de satélite y que ha sido objeto en las últimas semanas de las críticas del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que pone en duda sus datos. Además, este martes, el mandatario ha sugerido —sin presentar pruebas— que son miembros de organizaciones de defensa del medioambiente los que están causando incendios deliberadamente en venganza por el recorte de fondos decretado por el Gobierno.
El fuego avanza incluso en áreas de protección ambiental: solo esta semana se han registrado 68 incendios en territorios indígenas y zonas de conservación, la mayoría en la Amazonia. En el Estado de Mato Grosso, uno de los más golpeados por las llamas, los incendios aumentaron en un 205%. También en el periodo en el que que están prohibidos los fuegos que provocan los agricultores para limpiar los campos. Mato Grosso vive del negocio agrícola y genera gran parte de la exportación de soja, maíz y algodón de Brasil. Allí se encuentran también los parques Chapada dos Guimarães —que ya ha perdido el 12% de su vegetación— y Serra de Ricardo Franco, en la frontera con Bolivia, un país que en las últimas jornadas también ha sido presa del fuego, que ha quemado medio millón de hectáreas.
Pero aunque aumentan las denuncias contra Bolsonaro por haber alentado a los madereros y agricultores a quemar grandes extensiones de la selva, se desconoce el origen de los incendios en la Amazonía.
La riqueza en nutrientes de los suelos amazónicos permite altos rendimientos en los cultivos debido a su cercanía a los ríos de la zona. Las precipitaciones que se originan en la cuenca de la Amazonía sustentan las tierras de cultivo del sur de Brasil, considerado una fuente alimentaria de importancia mundial, este territorio es objeto de explotación por diversas industrias que pudieron causar el crimen ambiental.
Causa de los incendios en la Amazonía
Los incendios forestales son frecuentes en Brasil en la estación seca, sin embargo, pueden originarse deliberadamente con el fin de deforestar ilegalmente las tierras para la cría de ganado y agricultura.
Estudios afirman que en Brasil se utiliza más del 12 por ciento del suelo amazónico (alrededor de 37 millones de hectáreas) para actividades de ganadería y agricultura, entre ellas la producción de soja.
No obstante, el científico Carlos Nobre, de la Universidad de Sao Paulo, cree que más allá de la temporada seca la política de Bolsonaro que favorece la explotación del territorio sobre la conservación de la Amazonía es la culpable del aumento de los incendios.
De acuerdo a Nobre la mayoría de los incendios forestales en la Amazonía son inducidos por el hombre, generalmente por agricultores y ganaderos.
El científico brasileño indicó que por años estuvo prohibido hacer fuego, pero desafortunadamente la mayoría de los granjeros y ganaderos no cumplen con esas medidas legales. “Los multan, pero no funciona. Los incendios están aumentando. Existe una cultura agrícola en la Amazonía que utiliza el fuego de manera extensa e intensiva” señaló el experto.
Nobre advirtió que el actual gobierno de Brasil ha fomentado y alentado la deforestación e incendios, haciendo declaraciones casi diarias diciendo que la agricultura es un sector económico poderoso para Brasil y que la frontera agrícola debe expandirse.
Los incendios han alcanzado repercusión internacional, principalmente, después de que el cielo de São Paulo, a 3.000 kilómetros de la Amazonia, quedase oscurecido el lunes, aparentemente por el humo de los incendios que provenían del norte y el centro del gigante sudamericano. Las fotos de la Amazonia deforestada invadieron las redes sociales, lo que aumentó la presión sobre el Ejecutivo de Bolsonaro.
Este martes, fiel a su estilo, el presidente trató de darle la vuelta a la tortilla. Sin presentar pruebas, el presidente sugirió que las organizaciones ecologistas estaban detrás de la tragedia. “Puede haber una acción criminal por parte de esas ONG para llamar la atención precisamente contra mí, contra el Gobierno de Brasil. Esta es la guerra a la que nos enfrentamos”, declaró.
Parte de los focos en áreas protegidas son consecuencia de la deforestación, según un informe del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM) publicado el martes. Y muchas de esas zonas sufren también invasiones y arrendamientos de tierra fuera de la ley.
Los diez municipios de la Amazonia que más han ardido son también los más deforestados. Juntas, esas localidades suman el 37% de los incendios en lo que va de año y el 43% de la deforestación total registrada hasta julio. En algunos casos, señalaba el IPAM, el fuego se hacía de manera controlada para limpiar campos, incluso en áreas protegidas con presencia humana, como aldeas indígenas o reservas extractivas. Pero la situación va más allá: “Es realmente preocupante”, reconoció el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, en un encuentro sobre cambio climático en el que fue abucheado mientras intentaba hacerse escuchar.
Las razones de porque Noruega no quiere apoyar mas a Brasil y la Amazonia
El país escandinavo se suma a Alemania y bloquea 30 millones euros de ayuda. El ministro noruego del clima, Ola Elvestuen, afirma que Brasil rompió el acuerdo para financiar medidas contra la deforestación del Amazonas.
“El Amazonas es el pulmón del mundo, y todos dependemos por completo de la protección de esa selva tropical. No se alcanzarán los objetivos climáticos sin el Amazonas”, afirma el ministro noruego del clima, Ola Elvestuen en una entrevista publicada este viernes 16 de agosto por el periódicoDagens Næringsliv.
La ONU lo confirma: la deforestación de los bosques tropicales – siendo el Amazonas el más grande – representa el 11% de las emisiones anuales de gases con efecto invernadero.
Por ello, desde hace diez años, Noruega apoya a Brasil en la protección de la selva amazónica. Con más de 800 millones de euros, el país escandinavo es el que más dinero ha desembolsado desde la creación del pacto con Brasil en 2008.
Pero en junio, el gobierno de Jair Bolsonaro rompió ese acuerdo con Noruega y Alemania al cerrar la junta del Fondo Amazonas. Un mes después, las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) daban cuenta de un aumento del 40% en el último año en la deforestación de la Amazonia. Cifras oficiales que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, calificó de “mentiras al servicio de alguna ONG”.
“El problema es que si talas gran parte del bosque tropical, el resto podría autodestruirseporque el sistema forestal depende de la lluvia que genera”, explicó el ministro noruego del clima, Ola Elvestuen, tras anunciar el recorte millonario a Brasil ante el ritmo acelerado de la tala de la selva tropical.
La drástica suspensión de las ayudas noruegas se debe, igualmente, al hecho de que Brasil haya roto el acuerdo con Noruega y Alemania. Elvestuen denuncia así que se haya cerrado en junio junta el Fondo Amazonas y el Comité técnico. “(Brasil) No puede hacer eso sin consultarlo con Oslo y Berlín”, afirmó el ministro del clima noruego tras anunciar el bloqueo de las ayudas este viernes.
Alemania fue el primero en suspender las subvenciones al Fondo congelando, hace una semana, 35 millones de euros para la protección ambiental en Brasil.
“Hemos apoyado la región amazónica para que haya mucha menos deforestación. Si no es eso lo que quiere el presidente en este momento, tendremos que hablar. No podemos ir dando dinero mientras ellos siguen deforestando”, afirmó entonces la ministra alemana de Medio Ambiente, Svenja Schulze a Deutsche Welle.