El estudio, que tuvo lugar en 2013-2014, reveló que un 74,8 % de los murciélagos insectívoros criados en granjas y un 34 % de las ratas de campo destinadas al consumo humano estaban infectados con uno u otro tipo del patógeno. Más aún, la tasa de roedores infectados aumentaba[rml_read_more] “a lo largo de la cadena de distribución”, señalan los científicos.
“Comenzando por los comerciantes, la proporción positiva fue de un 20,7 %, un 32,0 % en grandes mercados y un 55,6 % en restaurantes”, informan, un aumento que explican por el estrés y las malas condiciones en las que se mantiene a los animales mientras están vivos, que debilitan su inmunidad.
En total, los investigadores encontraron en los roedores y murciélagos seis especies de coronavirus pertenecientes a tres géneros.
“Esperaba que [habría] tal vez un 10 % [de animales enfermos en los restaurantes]. Pero ver más del 50 % es impactante”, comentó Olson.
Señaló también que la supresión del comercio de animales salvajes podría reducir la probabilidad del próximo brote de un nuevo coronavirus que pueda contagiar a los humanos. “El problema no son solo los mercados, es todo lo que lleva a ellos. Necesitamos proteger la caza local de subsistencia pero detener el comercio masivo para los mercados urbanos. Si lo hacemos, podemos conseguir que disminuya el riesgo de una pandemia a escala mundial”, aseguró Olson.